Capítulo 12

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Domingo.

En los últimos días, Danna no había pensado en que tenía que terminar el proyecto de literatura. Le habían ocurrido tantas cosas que no se había acordado. Ese día, al levantarse, sus ojos se dirigieron directo a su escritorio sobre el cual se encontraba su laptop. Miles de maldiciones surcaron su cabeza.

Saltó de la cama y se sentó frente a la computadora con los ojos aún entrecerrados y una maraña en la cabeza. Bostezó un par de veces y abrió el portátil. El brillo de la pantalla la obligó a desviar la mirada con brusquedad. Abrió el archivo de Word donde solo había un par de párrafos escritos de sus intentos anteriores. Miró al techo y rodó los ojos ante la situación.

Leyó y releyó lo que había redactado varias veces, pero no podía sacar nada de su cabeza. Era como si las ideas se hubiesen esfumado. No entendía por qué le era tan difícil sacar una simple oración y plasmarla en la pantalla. Entonces pensó en algo. No podía ser la única a la que le pasara eso, así que, ¿qué mejor opción que preguntarle a Mr. Google?

"¿Por qué no puedo escribir aunque quiera?"

El buscador se llenó de páginas que decían tener una solución para el mismo problema. Danna cliqueó en varias e intentó absorber la información. Al final, todas las páginas concordaban en que había una razón en común para que esto ocurriera y era el perfeccionismo. El miedo a que la historia no saliera bien, que no fuera interesante, que no le gustara lo suficiente a la profesora...Todo tenía sentido. No podía escribir de manera perfecta, ya que no existía la perfección. 

Entonces decidió simplemente escribir, sin pensarlo dos veces, sin juzgar su creatividad. Solo comenzó a escribir. Se dejó llevar por la historia y se olvidó de los "defectos". Le asombró el cambio que dio en tan pocos minutos y, cuando menos se lo esperaba, ya tenía diez páginas escritas. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero en ese momento solo quería seguir escribiendo y dejar que la historia fluyera.

Cada vez se sumía más en los personajes, empatizaba con ellos, incluso se sentía obligada a ayudarles en algunos momentos, era casi cómico. Sacó una funda de chucherías que tenía en una gaveta y sació su hambre con la comida sintética mientras continuaba la historia sin mucha dificultad. Entonces, como poniendo la última pieza de un rompecabezas, terminó. Se rio al darse cuenta que había estado posponiendo algo que era tan fácil.

Decidió descansar un rato antes de ponerse a editar los errores gramaticales y de la historia en sí. Había quedado muy satisfecha con el resultado final y por primera vez en mucho tiempo sintió que había logrado algo. 

De repente, escuchó un ruido fuerte en la habitación de al lado seguido del sonido característico de cristal rompiéndose. Danna se sobresaltó por instinto y corrió a ver qué pasaba. Intentó abrir la puerta del cuarto de su hermana, pero estaba cerrado con seguro desde dentro.

—¡Nathalia! ¿Estás bien?—Gritó desde afuera con nerviosismo mientras tocaba la puerta con insistencia.

Su madre vino corriendo con la respiración acelerada. Danna no se percató de su presencia y siguió llamando con desesperación.

—¿Qué ocurrió?—Preguntó asustando a Danna.

—Escuché un ruido fuerte y luego como si se hubiese roto algo...no me abre.

Marta bajó las escaleras y tomó las llaves de emergencia con los dedos temblorosos. Subió lo más rápido que pudo y entró varias llaves en la cerradura. Luego de varios intentos fallidos, una llave dorada logró abrir la puerta.

La escena que apareció ante sus ojos era desastrosa. Nathalia estaba tirada medio adormecida en el suelo en una pose incómoda, tenía el cabello despeinado y enredado y, por alguna razón, tenía maquillaje embarrado descuidadamente en toda la cara. A su lado estaban los restos de lo que parecía una botella de Vodka. La habitación era un desastre, no la había ordenado en lo que parecía meses. Debajo de su cama estaba lleno de botellas de bebidas alcohólicas vacías. Danna se había quedado paralizada en el marco de la puerta, mientras su madre hacía un esfuerzo sobrehumano por hacer entrar en razón a su hija menor.

Danna se sintió la persona más culpable del planeta. Ella sabía que su hermana estaba pasando por algo y le hizo caso omiso a su intuición. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Se preguntaba a dónde había ido esa chica dulce y risueña que era su hermana, ¿Qué demonios le había pasado? No pudo hacer otra cosa que culparse a sí misma, ella pudo haber evitado todo esto.

—Ayúdame a llevarla al baño—Dijo su madre con autoridad.

Danna no replicó. La tomó de los brazos mientras que su madre le agarraba las piernas lo mejor que podía. Ambas lograron llevarla al baño con esfuerzo. La metieron en la bañera y abrieron la ducha. Nathalia se estremeció bajo el agua fría y miró a Danna a los ojos con algo impredecible en su mirada. Danna sintió que el nudo en su estómago se apretó y las lágrimas amenazaban con salir de nuevo. 

Su madre la observaba con severidad. Danna nunca la había visto tan enojada y a la vez tan callada. Solo se escuchaba el agua cayendo sobre el cuerpo de la chica, luego todo estaba en un total silencio. La tensión se asentó en el aire, Danna respiraba con dificultad y Nathalia no había dicho ni una palabra. Segundos después se vomitó encima todo lo que había consumido. Cuando ya no le quedaba más, su madre se le acercó sin expresión en la cara.

—Solo que te quede claro, que de esta casa no vuelves a salir hasta que seas mayor de edad. No tienes ni la edad ni la madurez suficiente para estar haciendo lo que acabas de hacer. Voy a contratar un tutor y una niñera. ¿Quieres jugar? Pues jugaremos con mis reglas. Has perdido toda mi confianza.

A Danna le dio escalofríos la manera fría pero calmada en la que su madre había hablado antes de salir por la puerta dejándolas solas. 

—¿Feliz? Ya eres la favorita—Dijo su hermana menor con una sonrisa estremecedora. 

—Deberías darte un baño—Dijo Danna yéndose a su habitación sin esperar una respuesta.


La Vida De DannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora