Capitulo 5

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-Creo que cuando dijiste "voy para allá"- dibujo comillas en el aire mientras se apartaba para dejarla pasar -Debía saber que llegarías una hora después

-Lo lamento- dibujó una sonrisa en su rostro.

-Lo se-

Tras cerrar puerta sintió sus brazos pasar por su cintura y ser tiernamente abrazado por ella.

Mientras apoyaba su cabeza en la espalda de su pareja practicaba internamente como le contaría su sueño y luego su pesadilla.

No sabría como comenzar, era demasiado pronto como para tirarle tal bomba.

-Hey, no estoy enojado porque llegaste tarde, siempre lo hiciste-

-No es por eso que te abrazo- justificó aún con los ojos cerrados.

-¿Por lo menos me dejas girar?- rió entre dientes.

Lentamente giró para verla, acción que no pudo lograr ya que ella se tiró encima de él sin dejarlo respirar. Cada beso era más intenso que el anterior, ella estaba realmente desesperada por evitar que Riven la viera llorar, preguntaría que le pasaba y no se sentía preparada aún.

Cada paso que daban a la habitación del apartamento era otro que deban con una prenda menos de ropa, así hasta llegar a la habitación en ropa interior.

La apoyó suavemente sobre la cama. La observaba enamorado de ella. Miró sus pantaletas, como iba perfecto la combinación entre la tela negra y la piel tan blanca y cremosa de Musa. Su estómago era perfecto, se lo imaginaba inflado, cómo cuando ella estuviera embarazada. Toda ella era la perfección, no necesitaba nada más. Estaba completamente enamorado y esos eran los momentos en el que se daba cuenta de ello. Tantas mujeres afuera a las que consideran las mas bellas, pero la mejor es la que estaba en su cama, y así lo veía él.

En esos segundos que Riven admiraba verla semidesnuda Musa seguía ensayando.

"Riv, debo decirte algo" No, pensará que estoy embarazada.

"Hey, el otro día soñé que..." No, lo tomaré por sorpresa.

Una serie de besos en el estómago no la dejaron seguir pensando. Fueron subiendo hasta sus pechos, hasta su cuello, así hasta llegar a su boca.

Borrando todo mal de su cabeza decidió tomar el control. Volteó a Riven intercambiando de lugar. Ahora ella subía y bajaba sus besos a su antojo, del estómago a su cuello y de su boca hasta su pecho.

...

El Domingo de Magix transcurría acompañado de un abrazador frío de otoño. Donde Flora caminaba lentamente por el centro de la ciudad, acompañaba a Helia a buscar su motocicleta de reparación.

Sentada en una banca con las manos en los bolsillos de su abrigo esperaba a su prometido, él volvería montando su moto listo para llevarla de nuevo a Alfea.

De repente pudo ver de reojo a una mujer de su misma edad medianamente alta e igual de rubia que su amiga Daphne.

-¿Dalila?- pudo apenas reconocerla, ya que esta casi que corría.

Manual de PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora