Tu forma de odiarme; parte uno.

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Día cuatro.
Borrachera.
Zoro x Sanji.

ADVERTENCIA:
Contiene narraciones de sexo explícito entre dos hombres. Mención de intento de violación, consentimiento cuestionable.

Tu forma de odiarme.

Esta es la historia del día que, por única vez, Sanji bebe barriles de sake y Zoro ve por fin la oportunidad de llevárselo a la cama.

~
—¡Zoro! Hagamos un trato —gritó Nami para que el espadachín pudiera escucharlo por encima de todo el meollo de la fiesta—. Me pagarás cinco mil berries si te ayudo a conseguir a cualquier persona aquí.

Zoro la miró confundido y tomó de su tarro mientras ella asentía con la cabeza.

—¡Estás loca!

—¡Vamos, amargado, sé que lo necesitas! —se atrevió a decir Nami—. ¡Y te lo estoy dejando barato porque tengo muchísimas ganas de verte con alguien por primera vez!

—Ve a ofrecerle esos tratos al cocinero, si tanto necesitas dinero.

—Por favor, Zoro. Sanji no me necesita a mi para conseguirse señoritas —gritó sosteniendo su tarro y pasándole el brazo por encima de los hombros de Zoro—. ¡Y yo a ti jamás te he visto con alguien! ¡Sólo estoy curiosa!

Aunque aquella escena se estuviera llevando a cabo muy rápido, Zoro y Nami se miraban seriamente. Había mucho ruido en el lugar. Luffy había terminado de comer dejando exhaustos a tres cocineros. Usopp tenía frente a él una gran cantidad de personas abrumadas por todas las historias inventadas que les contaba a gritos y con mucha emoción. Sanji estaba rodeado de veinte mujeres en un sillón, ligando con todas ellas al mismo tiempo. Y, mientras Nami hablaba con Zoro, tenían una enorme bola de personas rodeándolos esperando por ellos para el décimo tarro de vino "sin alcohol" que les habían ofrecido y estaban concursando para averiguar quién caería al último y ganar el premio de 100, 000 berries por aquello.

Después Zoro observó más de cerca al cocinero.

¿Desde hace cuanto lo observaba de esa manera?

Quizá desde que el rubio les servía la comida en el Baratie y se presentaba como cocinero.

Es que Zoro quería pero simplemente no podía evitarlo: Sanji está que se cae de bueno y guapo.

Casi a diario imaginaba sus morenas manos sobre la blanquecina, tersa y suave piel del cocinero. Se lo imaginaba usando esas increíbles piernas para subir y bajar por toda la sensible superficie del pene de Zoro. Se lo imaginaba también contra la pared, siendo sostenido por Zoro del culo y abrazando al moreno de la cintura con sus piernas mientras Sanji le acariciaba el pecho y la espalda al tiempo que se besaban.

Zoro volvió al presente con la boca llena de saliva. Sacudió la cabeza, tragó audiblemente y regresó su mirada a Nami.

—Hay alguien en esta habitación que deseo con mi alma —admitió Zoro y Nami se sorprendió, acercándose para escuchar mejor el nombre o la descripción de ese "alguien"—. Pero no creo que tú puedas hacer algo para conseguírmelo.

Nami estaba tan apurada de convencer a Zoro dejarla ayudarlo que no se dio cuenta que el "alguien" era un "él". La pelirroja se alejó del moreno para ponerse frente a él y juntar las manos, como si estuviera rogándole.

—¡Por favor, Zoro! —insistió la chica—. ¡Si tanto la deseas, déjame ayudarte! Te garantizo que te la llevarás encantada al barco o, incluso, ¡a su casa!

Maneras de ir al cielo o caer de él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora