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NARRA ALFRED.
Quedaba un día para mi cumpleaños, normalmente no era una fecha a la que le diese mucha importancia, pero Roi se había empeñado en hacerme una cena de cumpleaños con todos los demás.
-¿No vas a poder venir entonces? - le pregunté a Amaia. Llevábamos un buen rato hablando por videollamada, ella ya estaba en Pamplona y no podría volver a Barcelona hasta el miércoles.
-Lo siento muchísimo Alfred, me encantaría pasar este día contigo ya lo sabes, pero tengo dos entrevistas por la mañana y una reunión para acabar de concretar el disco por la tarde. - contestó apenada.
-No pasa nada, no le doy mucha importancia a mi cumpleaños. Todo esto es cosa de Roi, pero espero poder celebrar muchos otros y que sí que estés conmigo.
-No lo dudes, hasta cuando cumplas 80 años y tenga que ayudarte a soplar las velas. Te quiero muchísimo, no te olvides nunca.
-Yo también te quiero, mañana hablamos ¿vale?
-Buenas noches. - dijo mandándome un beso desde el teléfono. Yo hice lo mismo y cuando colgamos me quedé tumbado en la cama con intención de dormir.

NARRA AMAIA.
-¿Y si algo sale mal? ¿Y si no quiere que le vendes los ojos? - pregunté poniéndome de pie cuando colgamos la videollamada.
-Amaia tranquilízate, que todo está medido al milímetro para que salga bien. - Aitana me había estado ayudando estos últimos días para acabar de hacerle la sorpresa a Alfred: ella estaría en la cena que había preparado Roi, una vez acabara le vendaría los ojos y le traería al hotel donde yo le tenía preparada una sorpresa.
Estaba de los nervios, Aitana me había mandando un mensaje diciendo que ya venían hacia aquí y yo estaba terminando de poner algunas cosas en su sitio. Me dediqué a ver por la ventana para intentar distinguirlos entre la gente que paseaba por allí, había elegido el hotel W de la playa de Barcelona y estaba demasiado alto como para diferenciar las caras desde arriba.
Un segundo mensaje me hizo ponerme aún más nerviosa, estaban subiendo y Alfred no se olía absolutamente nada.
Llamaron a la puerta, tardé unos segundos en abrir, Aitana empujó a Alfred dentro.
-¡Quítate ya la venda! - gritó y seguidamente cerró la puerta.
Alfred se quitó la venda de los ojos y me vio delante de él. Su cara de sorpresa se hizo presente y a los pocos segundos apareció en su cara mi sonrisa preferida, se acercó a mi y nos fundimos en un abrazo.
-Feliz cumpleaños. - le dije separándome un poco. - No ibas a librarte de mí un día como este.
Su sonrisa se hizo aún más ancha y no pude evitar besarle.
-Dios mío Amaia, te juro que no me esperaba nada de esto.
-¿De verdad pensabas que iba a estar de reuniones en tu cumpleaños? Llamé días antes para cancelarlo todo, y tú deberías hacer lo mismo; nos vamos a Londres en dos días con Aitana y Vicente.
-No me lo creo, ¿de verdad has hecho todo esto para mí? - preguntó viendo todo lo que había en la habitación. Había colgado dos globos con un 21 en dorado, llenado la cama de pétalos y encima de ésta los 3 regalos que le había comprado, encima de la mesita de noche había puesto dos fotos nuestras, mis dos fotos favoritas.
-¿Los abro? - preguntó señalando los 3 regalos.
Yo asentí con la cabeza, en su cara pude ver reflejada la ilusión de un niño pequeño cuando abre los regalos de reyes.
-Dios mío... - dijo mirando el vinilo y el pie para la guitarra que había comprado y después acercándose a mi. - Eres la mejor, te amo, no sabes cuánto.
Le volví a abrazar, solo habíamos estado dos días separados y echarlo tanto de menos me había hecho darme cuenta de muchas cosas.
-Ven, quiero hablar contigo. - le dije tumbándome en la cama.
Él se tumbó también a la espera de que empezara a hablar.
-¿Te acuerdas cuando me dijiste que yo era lo mejor que te había pasado en mucho tiempo? - asintió con la cabeza y entrelazó mis manos con las suyas. -Bueno, pues para mí eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Sí, estoy muy segura de eso. También estoy muy segura de que no quiero echarte más de menos. Y estoy muy segura de que quiero seguir compartiendo mi vida junto a ti, y de que esto voy a decirte va a funcionar si los dos queremos. Y ya por último, estoy muy segura de que quiero vivir contigo, siempre que tú quieras, claro.
Se quedó unos segundos en silencio pero mirándome a los ojos. Me moví y me senté encima de él y entrelacé nuestras manos.
-¿Estás segura? Podemos esperar un tiempo si quieres, no hace falta que hagamos esto tan rápido...
-Alfred, estoy segurísima. Además, en nada viene Eurovisión y vamos a tener que estar juntos sí o sí para ensayar. Y si algo sale mal... pues me alegraré de haberlo intentado.
-No va a salir mal, te lo prometo. - contestó sonriendo.
Me acerqué y le di un dulce beso, nos separamos un poco y el cambió la posición quedándose encima de mí. Volvió a besarme, pero esta vez con más intensidad, poco la poco la ropa de ambos fue quedándose en el suelo y la temperatura de la habitación seguía subiendo.
Media hora más tarde estábamos tumbados en la cama, tenía mi cabeza en su pecho y con mis brazos le rodeaba el cuerpo mientras él me acariciaba la espalda con los dedos.
-¿Sabes de que me he dado cuenta?- levanté un poco la cabeza para mirarle cuando habló. -De que yo tampoco quiero echarte más de menos, de que también quiero vivir contigo, y de lo muy enamorado que estoy de ti. Ah, y de que tienes un culo fantástico. - dijo riendo.
Me acerqué más a él y le empecé a dar pequeños besos en el cuello.
-¿Cuándo nos vamos? - pregunté separándome un poco.
-Todo a su tiempo titi, pero pronto.
Volvimos a la posición de antes y al poco tiempo me dormí.

Después de las 2:36. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora