VI. Engaños

820K 23.7K 7.1K
                                        

Ann

Esperen... ¿A Peter le gusto?

No era posible. Ni siquiera me había esforzado por coquetearle o llamar su atención; es más, lo trataba de alejar a cada momento.

Viendo a Peter así, con el cabello más desordenado de lo normal y una mirada de arrepentimiento en sus ojos... no me era difícil pensar que sus palabras eran mentira. Lo tomaba en serio, pero no sabía qué decir porque nunca nadie se me había declarado antes. Sentí algo raro en mi pecho, aunque no podría decir que solo esa oración me pudo dar un ataque al corazón.

Era extraño, no esperaba que Peter fuera esa clase de chico que lo suelta directamente.

Nos quedamos quietos los dos, sin dejarme intimidar por sus ojos miel. De pronto, su rostro cambió a una mueca de incredulidad, para que luego cualquier signo de que estuviera seguro de lo que dijo se esfumara al instante. Comenzó a abrir y cerrar su boca mientras hacía pasos robóticos, al mismo tiempo que se desordenaba el pelo con una mano.

—¿Te gusto? —pregunté extrañada.

Aún no lo veía como algo cierto.

—Dije creo. Es difícil tenerlo claro cuando no dejas de mirarme así —se tapó el rostro con ambas manos y apoyó su espalda en la puerta—. Se supone que debería odiarte por casi matarme al tirarme de las escaleras a propósito, golpearme en los bajos y dejarme la nariz horrible... pero no, soy un idiota.

Lo observé extrañada por unos momentos, no sabía de que hablaba por lo de golpearlo. Además, nunca quise que cayera de las escaleras, fue un accidente.

—No sé de qué estás hablando —mi tono era de molestia, aunque aún me sentía un poco culpable por su caída—. Nunca te golpeé a propósito ni mucho menos quise matarte tirándote por las escaleras.

—¡Oh, claro! ¿Ahora me vas a echar la culpa a mí, acaso? —también parecía un tanto enojado cuando quitó las manos de su rostro y me miró a los ojos.

—Si alguien no me hubiera perseguido como un acosador después de salir del baño, por supuesto que nada de esto habría pasado —me acerqué a él con paso firme y golpeé su pecho con mi mano derecha.

Era el colmo. Efectivamente era su culpa que el incidente hubiera pasado y no tenía porque echarme la culpa de no querer relacionarme con él.

Me miró extrañado y por unos momentos se quedó sin nada qué decir, completamente perdido en sus pensamientos. Estaba a punto de tomarlo de la playera y sacarlo de mi casa a patadas, pero de momento lo tenía frente a mí, observando mis ojos a menos de cinco centímetros de mi rostro. Me tomó por sorpresa tal acción, así que el nerviosismo no tardó en aparecer y me alejé unos segundos después. Mi corazón aún no volvía a latir con regularidad.

Su rostro cambió de uno de confusión, al de arrepentimiento.

—Tú eres la chica con la que hablé en el baño, después de que me... golpearan en la cocina —parecía que estaba balbuceando—. Yo... demonios, me porté como un imbécil.

Soltó un gruñido de frustración y yo me rasqué el cuello un tanto incómoda. Recordé que no estaba muy consciente cuando habló conmigo y probablemente se olvidó de lo que había pasado... No lo sé, viendo su reacción me parecía lógico. No quería pensar que estaba engañándome con algún truco sucio de hacerse la víctima, aunque en realidad no se veía como ese tipo de persona.

—Ann, de verdad lamento cómo te traté los últimos días —comenzó a hablar sin dejarme mucho tiempo para pensar—. También siento lo que pasó en mi auto, se lo presté a Félix porque el suyo estaba en el mecánico y créeme que yo no sabía nada de eso —bajó la cabeza. Parecía realmente arrepentido—. Debería irme.

Déjame con mi Orgullo [DISPONIBLE TAMBIÉN EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora