Llanto

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Sus palabras parecían huecas mientras otra violenta ráfaga de viento azotaba mi rostro y batía los cabellos. Volví a mi forma humana mientras una capa de pelaje negro tapaba mi desnudez. Ninguno de los presentes les causó disconformidad, es más miraban con compasión.

Hades miraba hacia el suelo del Averno y de reojo a la mortal bajo el seno de Perséfone mientras la inocencia retratada en el rostro de la muchacha me provocó unas innecesarias ganas de llorar.

—¿Qué diablos sucede? ¿A que se refiere con eso, mi reina?

Esther se separó de Perséfone y su mirada cálida se conectó con la mía. Estaba llorando. Sus lágrimas aperladas caían al sediento suelo del Averno y sus manos enmarcaron mi tosco rostro con una delicadeza como el lino.

Las ganas de llorar también se esparcieron. No conocía el porqué. Hasta que ella habló.

—Mamá dijo que tu fuiste su mejor sueño. Le alegrabas los días y las noches. Que eras un ser tan incomprendido y, a la vez, tan humano y bestial, una combinación incomparable.

—No entiendo lo que dices... —mis manos agarraron sus muñecas y mis lágrimas negruzcas habían bañado sus manos, tanto que parecían que estuviesen cubiertas de una brea espesa.

—Me dijo que quería que te hiciera compañía en el Averno luego de que ella muriese. Ella me habló mucho de tí.

—¿En tus sueños? Ella murió aquí en el Averno, conmigo. Por una estupidez mía...

—No Cerbero... Ella murió postrada en una cama hace varios meses atrás. Yo la ví morir. Aunque ella había mencionado ya haber visitado las ruinas del Averno mucho antes.

La mirada de Perséfone se ablandó ante aquello.

Y entonces, lo comprendí...

2. Suspiros del Averno [BG #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora