2. Suspiros del Averno [BG #2]

Agonía

Mi mirada se ensombreció ante el pensamiento de los reyes del Averno. No sentía furia, mas bien era una especie de descontento por la decisión que los monarcas del inframundo habían tomado. Sin embargo, sabía que era por el bien de mi amada Esther.

Una humana no puede permanecer todo el tiempo en el Inframundo, no porque moriría, sino por el simple hecho de que fuera de este, Esther tenía una vida de verdad, llena de colores y alegrías y yo no quería ser el causante de su infelicidad.
Perséfone me lo dijo alguna vez, cuando me contó el gran sacrificio que ella debió hacer para permanecer al lado de su amado Hades. Abandonar a su madre Ceres y dejarla a su suerte no era algo que lo podía superar por lo que ella volvía los meses de la primavera y verano a visitar a su madre y a celebrar la fiesta del equinoccio junto a los humanos que le entregaban bienes a la misericordiosa diosa de la vida y la muerte.

Esther también debía hacer lo mismo que Perséfone, debía de volver a su mundo perteneciente. Solo podría estar en el Inframundo de visita, pues debía desenvolverse entre sus semejantes.
Yo por mi parte, estaba de acuerdo en que ella conservase su libertad y felicidad, pues me haría una criatura miserable saber que fui yo quien arrebató esos derechos a una pobre jovencita de apenas quince años.

Hades se aproximó hasta nosotros y yo, con una mirada desdeñosa y un gruñido gutural, la dejé ir con él para que Perséfone la guiara de vuelta al mundo de los vivos no sin antes susurrarle al oído una palabras sencillas y dejando que el dolor escapase de mi ser a modo de lágrimas.

—Prométeme que volveras...

—Se lo prometí a mi madre y también te lo prometo a tí. Nos volveremos a ver en otoño..

Dicho esto, Perséfone se marchó con la joven de cabellos negros por la grandiosa puerta del Averno hacia la luz del mundo de los vivos.

Y desde ese día, nació dentro de mí unas ansias de visitar el reino de los vivos al lado de Esther y que me demuestre aquellas maravillas de las cuales yo no pudiese imaginarme.