Corazón

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Mi oído estaba pegado a su piel cubierta por una blusilla de algodón blanco mientras oía el bombo de los latidos de su corazón.
Sus dedos enroscaban mis cabellos negros y las lágrimas cálidas caían sobre mi cuero cabelludo. Sollozaba en silencio y pude sentir un inmenso dolor emanando de ella.

Ella sabía como yo me sentía. Concordábamos en el mismo sentimiento de haber perdido a alguien especial. Una madre y una amada. Una mujer única e irremplazable, que jamás estuvo a mi lado...

Ella era una bella rosa marchita, que había ido a dar sus últimos suspiros de vida a las vastas tierras del Inframundo. Una rosa que luchaba por su vida. Conoció al guardián de la muerte y se dió cuenta de que era un alma solitaria, ansiosa de encontrar el amor, aún cuando ese sentimiento no crecía en las secas tierras del Averno. Sin embargo, esa rosa se marchitó llegando a conocer a la muerte y dejando al guardián solo.

Esther era un milagro. Ella era el brote de aquella magnífica rosa. Un brote real y frágil, luchando para sobrevivir en las mustias tierras del Infierno, a merced de todos los demonios y mal que habitaba allí.

Y yo, como el guardián de ese infierno, a pesar de que la majestuosa rosa haya perecido, me tomaría la ardua tarea de mantener vivo ese brote hasta que abra sus hermosos pétalos y aflore su belleza pura, igual que la de su madre.

Esther todavía era una niña, aún tenía bastante que aprender.

Me convertiría en un mentor para ella...
Los ojos de Perséfone se encontraron con los míos y se llenaron de alegría ante mi decisión. La reina era una persona tan dulce en medio del paraje tan hostil...

—Te ayudaré a cumplir aquella tarea. Solo hay varias condiciones —la voz de Perséfone resonó en mi cabeza y me solté del agarre de Esther.

Con la postura firme y la mirada fría, me encontré con las macizas facciones de los reyes del Inframundo.

2. Suspiros del Averno [BG #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora