. . .

1.9K 151 674
                                    



 Sábado 17:00 hrs.

La traición es parte de una nación. El aberrante sentimiento de alevosía quemaba aquella confianza hasta reducirla en cenizas. No debería existir. No para la representación de un país.

Inglaterra se encontraba sentado cruzado de piernas. Estaba en una habitación particularmente pequeña. Cuatro paredes que si llegaran a colisionarse chocarían entre sí. No tenía la gran cosa en ese cuarto. Apenas un viejo mueble de madera donde guardaba objetos de antaño, un escritorio que llevaba consigo una pila de gruesos libros y una sencilla mesa redonda color roble que tenía a los lados unas resistentes sillas. Las ventanas de aquel lugar eran amplias lo cual permitía entrar algo de luz natural ante una simple lámpara sobre el techo. Sus cuadros eran pinturas de épocas atrás, polvosos. Tenía tiempo que no entraba a este lugar.

Miró el té sobre su mesa. La hermosa taza emanaba el embriagante olor que seducía al inglés. Con la yema de sus dedos acarició la fina porcelana del borde. Frunció el ceño, sabía que su té pronto se enfriaría y es que tenía cerca de una hora que estaba servido. Tenía esa extraña sensación de dolor en el pecho.

Y todo era culpa de Estados Unidos.

Sí, no había encontrado a otro culpable. No se sentía orgulloso, para nada, no tenía idea de si aquello era justo. De hecho, no lo era. No sabía lo que el americano pensaba, y eso lastimaba su ego. Sintiéndose preso de sus sentimientos, tenía miedo.

Ladeó la cabeza y su enfado de nuevo creció. Se sentía humillado por su actitud cobarde. Apoyó sus codos sobre la mesa y sus recuerdos le invadieron.

"... Llevo hablándote media hora.

- Creí haberte dicho que te fueras. –

- Es por esa actitud testaruda que nadie te tolera. Dime algo ¿acaso tienes amigos? –

- ¿Qué estás diciendo imbécil? Si sólo quieres quedarte a decir idioteces te sugiero que vayas a otro sitio. Tengo cosas que hacer. –

- No vine por eso Inglaterra. – El ojiazul suspiró resignado.

- ¿Entonces? – Inglaterra siguió apilando papeles y sellando algunos documentos sin siquiera regresar la vista al menor.

- Al menos podrías mirarme cuando hablas. – Sugirió algo molesto. Estados Unidos sabía que Inglaterra tenía mucho trabajo, pero aquello le estaba lastimando profundamente. Quizás no por la indiferencia. A decir verdad, ya estaba acostumbrado a que el inglés fuese de esa manera. Simplemente hoy era diferente.

- Disculpa que yo tenga asuntos que atender en lugar de estar perdiendo mi tiempo. –

Estados Unidos rodó los ojos en ironía.

- Vamos Inglaterra. Haces que las cosas suenen más aburridas de lo que ya son. Desde que llegué has estado con lo mismo. ¿Qué hay de malo en relajarse un poco? Tu gente sí que se come la cabeza con pequeñeces. –

Inglaterra por fin alzó la mirada. Dura y amenazadora, pero bueno, al menos por fin veía a la nación americana, es un avance ¿no?

- No tienes ni la menor idea de lo que hablas mocoso. – Se cruzó de brazos. – La situación actual no permite que nadie esté con la baja guardia. Trato de hacer lo mejor que puedo como tu aliado. – Volvió a la rutina que tenía. Apilar, sellar y ordenar papeles.

- Ahí vas de nuevo, poniendo excusas. – No hubo respuesta. De nuevo fue ignorado por el ojiverde. Estados Unidos apoyó las manos sobre el escritorio y en un rápido movimiento tiró todas las cosas al piso.

7 días, 7 de ti. (UsUk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora