Capítulo XI: Un Anuncio Importante...

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Capítulo XI:

Cinco meses habían pasado desde el incidente en el Quemadero.

Las heridas de James, ya habían sanado, pero las cicatrices y las marcas en su espalda, aún seguían ahí, y probablemente, muchas de ellas no desaparecerían fácilmente.

Me miré al espejo que tenían en frente.

Ya casi no tenía ningún rastro de la cicatriz en mi mejilla.

El Capitolio había enviado a un médico, exclusiva y únicamente para mí, colocándome una medicina que había resultado ser tan eficaz, que me sentía culpable por no haber podido usarla en James. Todo fue supervisado en cuanto me atendieron, y no podíamos hacerle cualquier treta para usarla en mis primos.

Me lamenté por ellos, pero cuando Cinna vino a hacerme la prueba de los vestidos, un par de semanas más tarde, logró conseguir una pequeña pomada para calmar el dolor, lo cual ayudó mucho a Lucy y a Lily para tratar las heridas más graves.

Los siguientes meses, la gente del Capitolio votó por el vestido que más les llamó la atención, y poco a poco, comenzamos a oír menos noticias sobre posibles disturbios en otros distritos.

Las cosas iban más calmadas en mi distrito, y los agentes, ya no dañaban a nadie, al menos, ya no lo hacían en público, e inclusive, supe que Nott, ya no estaba como jefe y había sido trasladado a otro distrito.

Por un momento, creí que vivíamos una temporada de aquellas, como cuando éramos niños y no nos preocupábamos de nada, más que de ir al bosque y no ser pillados por tía Ginny.

De hecho, a Lucy se le ocurrió la idea de instalar un boticario en nuestra antigua casa, donde podrían atender a las personas enfermas de manera desinteresada, pues en nuestro distrito, gran parte de la Veta, no podía permitirse pagar los servicios tan caros de un doctor y tampoco existía un hospital.

Y poco después, mi prima Dominique, a la que últimamente me sentía igual de unida que con Lily, no dudó en confiarme su mejor secreto. Antes de anunciárselo a toda la familia, me comentó que estaba esperando un bebé de su novio Jacob, un chico de buena pinta que vivía en la zona comercial, y se había ganado la aceptación de toda la familia por su carisma y humildad. A mí también me caía bien.

En cuanto a James, poco a poco, comenzaba a hablarme como si nada hubiera pasado entre nosotros, y eso me hacía sentir mejor anímicamente. Pues sentía que nuestra relación volvería a ser como antes.

Fuera de eso, Scorpius y yo, ya no pasábamos largos tiempos separados. Desde ese día en el Quemadero, estábamos más cerca el uno del otro. Aún podía sentir que lo nuestro tenía esperanza, y el Capitolio no nos arrebataría todo.

Sin embargo, mi vida se había visto marcada por tragedia tras tragedia, y a pesar de todas mis experiencias, nada me prepararía para lo que se venía.

Dejé mis pensamientos de lado, y volví a la realidad.

Me hice una trenza, y bajé al primer piso, dirigiéndome a la sala, donde la mayoría de mis primos y familia, e inclusive James, esperaban sentados. Me imaginaba que así era cuando ellos me veían en la competencia. Todos juntos, y dándose apoyo para soportar ver los juegos en la televisión.

Pero, hoy, no sería cualquier fecha, hoy sería un día único. Esto ya se venía anunciando desde hacía varias semanas, pero finalmente, el día había llegado. De todos modos, yo ya lo sabía, pues Neville Longbottom me había indicado que se lucirían con esta edición.

Este año, los juegos del hambre, serían distintos a los demás, ya que se conmemoraban quince años desde su creación.

Todos no sabían que esperar o que ocurriría. Pero, yo sentía lástima por los muchachos de los que, ahora, Scorpius y yo, seríamos mentores.

En Llamas, por Rose Weasley. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora