En Llamas, por Rose Weasley. (COMPLETA)

Capítulo XIII: Celos y Tributos...

Capítulo XIII:

Ni bien llegamos al Capitolio, fuimos recibidos por varias cámaras y flashes.

Un sinfín de reporteros intentaban entrevistarnos, pero un grupo de agentes de la paz, los alejó de inmediato.

Sin perder ni un minuto más, nos dirigieron al centro de preparación y nos arreglaron para el desfile de Bienvenida.

-Será lo mismo que la vez pasada, solo que ahora, las llamas de fuego serán más intensas...-me indicó Cinna terminando de acomodar mi traje.

La noche anterior, no había dormido muy bien,  nos la habíamos pasado viendo las repeticiones de los juegos de los tributos más peligrosos, y sentía que quería volver a la cama.

Effie, insistió en darme un bebida para quitarme el sueño, pero el líquido, sólo terminó por ponerme bastante activa y despierta.

-Recuérdame no volver a tomar una de esas cosas...-le dije a Cinna, quien sonrió de lado.

-Lo haré. Pero, ahora, escúchame bien.-dijo ordenando mi rebelde cabello pelirrojo.-Cuando empiece el desfile, no saluden al público, ni mucho menos sonrían.... Imaginen que no son dignos de ustedes, por lo tanto, manténganse indiferentes...-finalizó poniendo brillo en el peinado.- Creo que ya hemos terminado, aquí... Iré a ver a Scorpius.

Asentí en silencio, pero no podía quedarme quieta, quería salir de mi camerino y pasearme por el lugar.

De inmediato, salí.

Varios tributos también estaban alistándose, y de entre ellos, reconocí a Johanna Mason, la ganadora de los doceavos juegos del hambre. Ella también había salido cosechada para este vasallaje, y aunque sólo era un poco más alta que yo, y parecía inofensiva, no lo era en lo absoluto. En sus juegos, su estrategia había sido la misma que Haytmich quiso usar con nosotros, y parece que era efectiva, pues había funcionado.

Me seguí de largo, y me acerqué a la zona donde estaban estacionados varios carruajes tirados por bellos corceles negros.

Acaricié al primero que vi y suspiré.

Nunca se veían caballos en el distrito doce, a excepción de la extraña criatura que había visto varios meses atrás.

-Ey, Rose.-lanzó alguien a mis espaldas.

De inmediato, volteé para ver de quién se trataba.

Con un traje que dejaba la mitad de su cuerpo al descubierto, Finnick Odair, me saludó de manera sugestiva.

¿Qué quería?

-En persona eres aún más atractiva...-dijo acercándose peligrosamente a mí.

-Finnick...-solté sin saber muy bien que decir.- Bueno, diría lo mismo de ti, pero...

-Sí, lo sé. -Contestó complaciente.-Nadie pensó que Voldemort se volvería aún más demente de lo que está, y a último minuto, se le ocurriera cosecharnos a todos.-dijo riendo.-Aunque, tú y yo, sabemos muy bien, que Voldemort no tiene nada de loco.

Alcé una ceja.

-Sí. También creo eso.-agregué.

-Muy valiente, por cierto.-me comentó de pronto.-Tú intento por salvarte a ti y a tu prometido en los juegos pasados... Nunca se me habría ocurrido. Fue una edición bastante entretenida.

-Gracias...-respondí dejando de acariciar al corcel.- Bueno, Finnick, tengo que regresar.-le dije sin querer conversar con él. Se le notaba muy arrogante y soberbio. No me llevaba bien con ese tipo de personas.