Gravity of you

Asalto

La ciudad de Miami, la ciudad en la que vivía, una hermosa ciudad pacífica... estaba en llamas. Yuya no sabía que estaba pasando, los edificios estaban siendo destruidos, la gente corría y gritaba en pánico, escuchaba el sonido de las explosiones, el llanto de los niños y las llamas que todo lo consumían.

¿porqué? ¿por qué estaba sucediendo eso? En realidad ¿qué sucedía?

-¡Yuyaaa!- el grito desesperado de su madre llamó su atención y corrió para buscarla, sin embargo un edificio derrumbándose bloqueó su camino, cuando el humo se despejó se quedó de pie entre la destrucción mirando hacia tres figuras encapuchadas.

No pudo evitar retroceder un paso cuando una de esas personas, la de la derecha se adelantó mientras en su mano aparecía una guadaña.

-¿Estás preparado para morir?-

Escuchó esas palabras mientras esa persona blandía su arma en su contra, Yuya no pudo evitar cerrar sus ojos y esperar lo peor, entonces...

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Yuya despertó de golpe, su respiración jadeante mientras miraba el techo de su habitación, la luz del sol se filtraba por su ventana, no había sido más que un sueño. Se sentó en la cama mientras se llevaba una mano a la frente, estaba sudando frío, había sido algo bastante impactante ¿qué clase de sueño era ese?

-¡Yuya se te hará tarde para la escuela!- la voz de su madre lo sacó de su shock momentáneo y se apresuró a salir de la cama.

-¡Voy!- gritó mientras corría al baño, se daría una ducha rápida y bajaría lo más pronto posible, Yuzu se enfadaría si llegaba tarde, esa chica era peor que su madre sobretodo porque era más violenta con ese abanico gigante.

Salió de su casa corriendo, una tostada en la boca y muchos ánimos por lo que estaba por venir ya que ese día empezaba la preparatoria.

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-Yuya llegas tarde- se quejó Yuzu, su amiga de la infancia de ojos y cabello rosado.

-Me quedé dormido- contestó Yuya un poco apenado, no era la primera vez que le sucedía.

-Tienes que hacer algo con eso, ya estamos en preparatoria no puedes seguir con esos errores de niño- reprendió Yuzu, para ella era fácil decirlo pues era la típica chica que seguía las reglas al pie de la letra, lista en la escuela y preferida por los profesores.

Yuya en realidad dejó de prestarle atención al discurso de su amiga mientras la seguía por los pasillos de la escuela, iba a ser un largo día.

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-Yuya... ¡Yuya!- el mencionado abrió los ojos y se puso de pie de golpe.

-La suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo isósceles es igual al cuadrado del tercer... lado-

Yuya parpadeó cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir y de que todos en clase lo estaban mirando, se había quedado dormido y apenas levantarse había soltado tremenda estupidez. No pudo evitar ponerse de un brillante color rojo antes de sentarse de nuevo y cubrir su cara con un libro. Sus compañeros estallaron en risas mientras el profesor lo miraba mal.

-Procure no volver a dormirse en mi clase Sakaki, está claro que confunde las cosas cuando eso pasa- lo reprendió el hombre antes de volver a su monólogo, no siquiera estaban en clases de matemáticas, eso solo abochornó más al chico de ojos carmesí.

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-¿No dormiste bien Yuya?- preguntó Yuzu a la hora del receso en la azotea -no es usual que te quedes dormido en clase- su amigo siempre tenía mucha energía durante el día.