CANCELADA•••|Eldarya|••• Tus Ojos En Mi (Ezarel)

Episodio 5

Vinculación con episodio 50 de "Eldarya... El mundo de las hadas"

«Estúpido elfo... Estúpido elfo...», me decía en pensamientos mientras corría por los pasillos limpiándome las lágrimas.

Recordarlo me duele.

Unas horas atrás...

Estaba cepillándome el cabello alistándome para ir a dormir en cuanto terminara aquello, de la nada y a mitad de la sombría noche, alguien llama a la puerta.

— ¡Voy! —anuncié haciéndome una trenza rápida en el cabello.

Al salir me llevo la sorpresa que no hay nadie, sin embargo, a mis pies yacía una nota.

"Mi querida estúpida humana:

Espero que esta espeluznante noche tengas pesadillas y no puedas dormir, además de que amanezcas igual de horrenda que todos los días.

Te espero mañana después del mediodía en la estatua a tus padres. No te estoy preguntando, vas a ir.

Tu elfo adorado ❤:

Ezarel."

«Pues yo espero que mañana amanezcas con la cara de pedo que tienes », pensé.

¿Qué mierda le sucede?

Por alguna extraña razón, me sentí feliz de haber recibido la carta, pero... Si habíamos quedado, ¿Era una cita? ¡Demonios, lo era! Joder, ¿Qué me voy a poner? ¿Qué le voy a decir? ¡ChinoMiko, ayúdame!

Va, tranquilízate, es solo una cita, ¿Qué podría salir mal?

Todo, absolutamente todo.

Al día siguiente me levanté con todos los ánimos de mundo, fui temprano a desayunar a la despensa, estaba demasiado alegre por un par de palabras tontas de un duende feo. Impaciente esperé a que llegara el mediodía, me paseaba por todos lados, fui a la biblioteca, a la forja, al laboratorio, a la enfermería, saludé al antipático de Nevra que estaba encerrado en su habitación y caminé por el callejón de los arcos, matando el tiempo prácticamente, cuando el sol estuvo en posición me apresuré a ir al monumento.

Me quedé un rato ahí, Ezarel no venía.

Me senté a los pies de la estatua, comencé a jugar con una ramita del árbol que estaba al lado; traté de hacer un dibujo, me salió un sexy homúnculo, me aburrí, me levanté, caminé en círculos. Habían pasado ya quince minutos y no había señales del peliazul, decidí esperarlo otro rato. Me levanté y inicié a caminar en dirección al refugio, estaba enfadada.

«Suficiente...», dijo mi cabeza.

—¡Ágata, aguarda! —gritó el elfo—, ¡Ya voy, espera, espera, espera!

Me giré con una tonta sonrisa que rápidamente evaporé de mis labios.

—Tendré que coserte un reloj en la mano —amenacé—, así sabrás qué hora es.

—Estaba preparando algo —se excusó—, ven, sígueme.

Caminé detrás de él, como una estúpida, llegamos a un lugar con muchos árboles y abetos, me miró de frente y se sentó en el suelo para invitarme a hacer lo mismo.