CANCELADA•••|Eldarya|••• Tus Ojos En Mi (Ezarel)

Episodio 13

Tengo que aprender a vivir con ello, ¿Verdad? Ya no será lo mismo a partir de ahora, ¿O sí?

Nuevo día.  

Misma experiencia de sentir un vacío que no podrá llenarse.

 Nuevo día. 

Ver de nuevo a Ezarel casi todo el día pegado a Eweleïn. 

Nuevo día. 

Misma sensación de soledad.

 Nuevo día...

Quizá Ezarel no se acuerde de nada, quizá Eweleïn este más ocupada ahora que él está muy cerca de ella, pero yo debo intentar seguir con la investigación acerca de "el tache".

Me levanté de la cama, caminé a mi peinador y me vi.

Soy un asco, pensé.

Ojeras bajo mis ojos, mi piel más blanca que el pelaje de un ocemas, mis pecas parecen manchas como las de una persona enferma por falta de vitaminas, soy un zombie, prácticamente.

Dentro de la ducha me esfuerzo por solo sentir el agua ardiendo cayendo por mi espalda, hombros y pecho. Con mis manos y ayuda de un poco de aceite, acaricié mi cuello, recordé aquellas caricias del elfo, esas donde con la yema de los dedos me hacía estremecerme por completo, sus labios sobre mi piel, marcando el ritmo del agua de escurre.

Pero no habrá nada de eso.

Terminé de lavarme, salí y sequé mi cabello y el resto de mi cuerpo con una toalla, me vestí; pantalones ajustados, botas de misión y una camisa de tirantes. En mi cabeza una trenza desaliñada me adornaba. Vaya, de verdad soy un asco.

Salgo de mi habitación directo al sótano, sé que ahí hay libros antiguos y libretas acabadas de Kero, quizá alguna tenga respuestas sobre la enfermedad extraña que azota a la población.

Mientras voy en camino, estoy sumergida en mis pensamientos, no me percato de quién está a mí al rededor, solo veo al frente con la vista puesta en la puerta que da escaleras abajo, por el calabozo.

— ¿Ágata, verdad? — me llaman, pero por lo inmersa que voy en mi mente, no lo escucho.

Sigo caminando, a lo que voy.

—Ágata —de nuevo.

Cuando estoy a punto de cruzar la puerta, me toman del brazo y me jalan hacia atrás, por inercia –y por mi distracción, sin duda– me tambaleé, pero quién me estiró no hizo nada para evitar mi caída.

—Vaya, sí que eres tonta —era la voz de Ezarel.

Extendió la mano, me la ofreció para levantarme. Prácticamente entre en shock, no sabía si aceptarla, hablar, irme corriendo, abrazarlo o qué.

— ¿Mi mano tiene algo de malo? —Dudó mirando su palma—, vamos tómala, niña boba.

Con la lentitud de una tortuga obesa en la luna, acerqué mi mano a la suya, él en un rápido movimiento me hizo levantar.

—Perdón, Viejo Sabio —ironicé—, el culpable de mi caída fuiste tú y no hiciste nada para evitarlo, ¿Me equivoco?

—Acabo de pararte —se quejó—, ¿Algo es algo, no?

Pero de pronto se quedó tan serio que me dio miedo, me miró, agachó la cabeza, observó otro punto, después toda la habitación.

— ¿Buscas a al...?