Capitulo 19

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Llevaba toda la semana pensando como decirle a su madre que después de tantos años en anonimato, conocia la identidad de su padre.
¿La mejor manera? Con apoyo, concluyó ella; pero estaba sola.

Ravee no la apoyaría porque sabía cual era su postura con respecto a su papa y solo había una persona que podria hacerle frente a Erza Scarlet sin desviar la mirada. Jellal Fernandes.

—¿Mama? –la llamó —¿Puedo pasar? –dijo adentrándose a la habitación de si madre. La casa escarlata era, ni muy grande ni muy chica, era del tamaño perfecto para tres personas.
La entrada a la casa estaba repleta de flores de distintos tipos; la flor de Lis teñía de rojo los arbustos que se situaban a un lado de las margaritas y de los lirios de distintos colores que Erza plantó hace poco a un lado de la puerta de entrada y al otro, plantadas en orden al camino que atravesaba el pequeño jardin de los Scarlet, se encontraban las Camelias blancas.

Pero eso solo era poco.

El jardín trasero estaba repleto de mas flores y llenaba el hogar de un olor dulzón y lleno de vida, y mas en la cocina.
Ahí Eileen cocinaba cosas extravagantes y deliciosas... La mayoría del tiempo. Porque no era que hubiese heredado el sazón de su madre -pues a ella se le quema la pasta a veces cuando hace-, pero la curiosidad y la necesidad de aprender el arte de hacer un huevo revuelto para ella y su hermano mientras Kagura los cuidaba hace años, fue el móvil suficiente para tomar un sartén y el mandil.
Después del comedor, seguía la sala donde los habitantes de la vivienda se reunían a menudo para ver alguna película en Ñetflyx o para sus acostumbrados sábados en la noche de juegos de mesa.
A un lado de esta, el pasillo de entrada y las escaleras que daban al seguro donde piso, donde había 5 habitaciones pero solo 3 ocupadas.

Erza había accedido a la peticiones de Ravee para hacer de una de esta, una pequeña biblioteca donde el podría consultar libros o pasar un buen rato.
La otra, era la de huéspedes.

Pero la habitación más grande de la casa era la principal.
No era que las de los mellizos fueran pequeñas, es solo que... Bueno, no hay explicaciones lógicas para eso. Era obvio que la habitación grande era para la matriarca Scarlet, aunque ella sintiera el lugar grande y tremendamente solo para ella sola.

—¿Que ocurre mi cielo? –pregunto esta saliendo del armario.

—Es solo que... –penso un poco —Me gustara ir con mi padrino.

—¿Y eso querida? –alzo una ceja y se acerco al espejo de cuerpo completo de la habitación, retocándose el labial color melón de sus labios.

—Es una sorpresa –sonrió Eileen y salió de la habitación sin dejar que su madre hiciera mas preguntas.

Después de eso, Erza fue a la habitación de Ravee quien tomaba su medicamento y un par de cosas mas para ir a su cita mensual con el cardiólogo y alistaba su mochila para encontrarse con su grupo de estudios en la casa de Eve.

—Cariño, hay un cambio de planes, –diji Erza tocando la puerta parandose en el umbral de esta —Pero no te preocupes, no llegaras tarde a tu cita con el médico.

Después de un buen rato, Eileen bajo seguida de Ravee.
Erza atendía un par de asuntos de una de las florerias que la pelirroja era dueña y apuntaba con rapidez en su pequeña libreta al ver bajar a sus hijos.

—... claro, te llamó despues –parpadeo un par de veces y agregó —Nos vemos después Kinana, saludos a Eric y a tu bebe.

Después de colgar el teléfono, tomo las llaves de la Rogue y su bosla de mano donde se aseguró de tener todo antes de salir de casa.
Le hecho seguro a la puerta de entrada y entro a la camioneta que estaba aparcada en el garage, al salir de este, pico el botón que bajaba la cortina eléctrica y se puso en marcha a donde se supone deberia llegar.

Eileen esta nerviosa, se le nota por como el coche esta en silencio. Su madre ve por el espejo retrovisor el rostro de Eileen en la parte de atras de la camioneta y luego voltea a su lado derecho, al asiento de copiloto y ve a su hijo mas serio de lo normal.

—¿Me diran que ocurre? –pregunto ella deteniendose en el semáforo cuando este da rojo —¿De cuando acá la insistencia en ir con Jellal a no ser que sea por alguna pregunta en su tarea? ¿Eileen? –pregunto a su hija mayor —¿Ravee?

A Ravee se le marco la mandíbula por la presion que ejercio en esta.
Eileen no dijo nada, solo se mantuvo en silencio que para los tres pelirrojos, parecia el de un funeral.
El se imaginaba porque su melliza quería ir con Jellal ese sábado; no era tan tonto y no quería participar en ello por lo que se mantuvo en silencio hasta que Eileen lo rompio con una sola pregunta.

—Mama, ¿Quien es papa? –soltó sin pelos en la lengua Eileen y a Erza se le erizó la piel de todo su cuerpo.

El semáforo volvió al verde pero la Rogue no avanzaba, Erza miraba tensa al frente con los ojos bien abiertos dejando ver sus ojos cafés y su iris dilatada. Erza avanzó, aún en shock, después de un buen rato que los demás coches hicieran sonar el claxon detrás de ella.

No sintieron el golpe de aquel camión.

Eileen quedo inconsciente al instante que la camioneta dio la primera vuelta, mientras que Erza y Ravee vivieron todo el dolor sin ninguna anestesia.

Fue como si él mundo se detuviera.

La camioneta quedo llantas arriba, con la parte de enfrente del piloto destrozada y con sus pasajeros atrapados dentro. Las personas se acercaban pero nadie hacia nada.

La madre quería gritar de dolor, mas no podia.

Unos llamaban a la ambulancia, otros salían de los negocios de esa avenida a ver el horrible accidente en el que se vio envuelto la familia Scarlet.

—¡Debemos sacarlos! –gritó un joven que recién aparecía en el siniestro.

Su pierna ardía y las lagrimas no se detenían.

Solo después de eso, unos cuantos hombres y una que otra mujer ayudaron a sacar a los mellizos.
A la pelirroja la tendieron en el suelo junto con su hermano, mientras que las personas que trataban de sacar a Erza, aguardaban desesperados a que llegara alguien, pues la pierna derecha de la mujer estaba prensada.

—¡El chico! –gritó una joven camarera desde la acera de la calle —¡Alguien ayudelo!

Para ella todo se escuchaba tan lejano.

—¡Oh dios mío! –grito una mujer anciana que andaba pasando por ahí justo en el momento del accidente —¿Hay algun doctor?

Giró un poco su cabeza cerrando uno de sus ojos, pues la sangre que salia de quien sabe donde le obstruía la vista.

—¿Alguien sabe de primeros auxilios? –la gente volvía su vista al muchacho pelirrojo sujetado por unos hombres pues sufría convulsiones en el piso.

Y vío a sus dos nenes tumbados en él piso.

Su hija estaba inconciente.

—¡Ayuda! –pidieron unos chicos que veían sin hacer nada.

Y a su hijo le estaba dando un paro cardiaco.

DisappearedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora