Capitulo 24

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Las noticias sobre el accidente de los Scarlet hizo un revuelo en el hospital, personas yendo y viniendo, alegando y gritando, llorando y lamentándose.
Hacia un par de días que Dimaria y Bradish habían llegado a la ciudad y habían ido solo para ver a su amiga y el estado de los niños.

Dimaria -siendo totalmente ella-, salió de sus casillas al ver al padre de Gray hablando con una extraña peliazul.

—Mary, por favor guarda silencio –pidió su esposa —Hay mas gente y no le puedes gritar al señor Fullbuster, está en todo su derecho estado aquí para sus nietos y para Er-

—¡Mis ovarios! –exclamó efusiva. Estaba que hecha a humo por la nariz, no por el hecho de que vinieran a visitarla; al contrario, ella se sentía agradecida de que cuidaran a Erza en ese primer mes que lleva en el hospital y en parte se siente furiosa consigo misma por no poderla cuidar y le hecha la culpa a la panda de amigos de Erza por no avisarles a ellas.

—¿Quien te crees para hablarle así a Silver? –preguntó furiosa Juvia saliendo a la defensiva de su suegro —¿Quien eres para hablarle a él así, independientemente de que sea el abuelo de las personas hospitalizadas? –las palabras de Juvia solo hacían que la mecha -ya de por sí corta- de Dimaria se encendiera —¡No te permito que le hables así!

Mientras todo un circo se hacia fuera de la habitación número 207, dentro de esta la incomodidad se podía percibir apenas acercarte a la puerta.

Gray no sabía que decirle a la pelirroja frente a él. Tenía tanto de su madre a su edad y a la vez no se parecía en nada.
Para empezar sus mejillas eras rosadas y su cabello era más ondulado de la mujer Scarlet, su tamaño no era proporcional a su edad y era más delgada que Erza, y luego estaban sus ojos -que a diferencia de Erza- los de ella eran una réplica de los de él mismo.

—¿Me recuerdas? –preguntó Eileen sonrojándose aun más —Nos vimos cuando yo era más pequeña y yo-

—Nos conocimos aquel día en el colegio al que asistían –dijo sin dejar de verle a los ojos —entraste corriendo con Jellal y detrás de ti, venía Ravee –sonrió al recordar aquel suceso y se vio las manos —Sostuve tu mano y debo decirlo... me encantó tu mochila de Múlan.

Eileen rió poniéndose una mano cubriéndose la boca y la otra la dejó suelta, dándole la oportunidad a Gray para tomarla con las suyas.
Ella dejó de reír y lo miro sorprendida, pero sin alejar su mano de las mayores.

—Te convertiste en una preciosa jovencita, Eileen –a Gray se le hizo un nudo en la garganta pero se lo tragó —no quiero que me llames papá, no aun al menos. Quiero que lo hagas cuando te sientas cómoda con toda la situación; iremos de a poco. Tú, Ravee y yo nos conoceremos y así podrán juzgarme, cuando Ravee despierte, yo hablaré con él y- –Eileen se le lanzó encima y le lloró en un triste llanto, sintiendo ahora un enojo con su madre por alejarlos de su papá. El pelinegro no supo reaccionar, por lo que tardo en procesar lo que debía hacer, haciendo sentir a Eileen el rechazo al abrazarlo.
Pero antes de que sus brazos se separaran de él, esté la abrazó reconfortandola, igual que como lo hacía con Erza.

¿Qué clase de madre alejaba a sus hijos de su padre? Gray no tenía la culpa, el solo era la víctima de los deseos egoístas de su madre.
Pero muy a su pesar, sabía que no podia enojarse con ella, siendo la situación tan grave no podía darse el lujo de pelear y alterar la salud de ella o la propia.
Eileen respiro profundo el olor de él.

El olor de su cabello le recordaba al té de menta con limón que acostumbraba tomar Ravee cuando hacía tarea o cuando leía un libro, fresco y agradable. Sus brazos apenas alcanzaban a rodearle, la musculatura de su cuerpo no era comparada con la de su abuelo, Silver, pero no se quedaba tan atrás.
Abrazarlo le recordaba a Ravee, tan suave y cariñoso que era imposible para Eileen darse cuenta que Gray ya había recostado su cabeza en la de ella y había comenzado a jugar con uno de sus mechones.

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