Capitulo 25

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—El estado de Ravee Scarlet es bastante delicado –empezó el doctor —su corazón sufrió un infarto al impactarse el camión de carga con su vehículo y lo que terminó agraviándo su situación es el hecho de que la barra de metal que lo atravezo hizo que perdiera mucha sangre. Al perder sangre y que si corazón entrará en paro disparo que haya quedado en coma –el hombre veía como la pelirroja aún en silla de ruedas aguantaba las ganas de llorar y continuó, siendo que su trabajo estaba repleto de malas noticias —gracias a la donación que hizo su... abuelo paterno, el joven recibió la cantidad de sangre que necesitaba pero ahora que lleva un mes inducido en coma, deben de ver la peor posibilidad –y con esto el doctor se marchó.

Era la primera vez que el doctor iba a plantearles la idea que tanto lastimaba a ambos padres. Tener que despedirse de su hijo.

—¿Has hablado con Eileen de esto? –preguntó Gray a Erza tomándole la mano mientras esta estaba recostada sin moverse —no quiero pensar lo peor, pero ambos sabemos cómo es tener un familiar hospitalizado y sin casi esperanzas –dijo refiriéndose a Rob; porque cuando eran niños, ella se la vivía en el hospital, visitando a Rob y ayudando a las enfermeras a su cuidado hasta que el no pudo ganar la batalla más grande de su vida.

Erza no dijo nada, solo cerró los ojos y evitó pensar en cómo reaccionaría su su hija al saber la posibilidad de que su hermano no despierte.

Una lágrima traicionera resbaló por su mejilla izquierda y se perdió entre la almohada y sus cabellos —hice de todo para que nunca les faltara nada a mis niños... trabajé muy duro para que la florería y la cafetería progresarán –su voz se quebró haciendo el Gray sintiera una presión en el pecho —lleve con la mejor cardióloga a Ravee, trate de estar constante para ellos durante su infancia y en su adolescencia, pero ¿porque me hace esto? –Erza se hizo un ovillo, acercándose inconscientemente a Gray —es sólo un niño. Apenas con 15 años... ¿porque tiene que ser Dios tan injusto cuando decide a quien enfermar? –la pelirroja ya no pudo más y su llanto inundó la habitación.
Gray, por instinto, pasó su mano por la cadera de esta y lentamente se fue acercando a ella hasta envolverla en un abrazo.

Le ardía el pecho de solo pensar que no podría hablar con su hijo.

Los acababa de reconocer y quería más de ellos, no solo un par de semanas y unas contadas veces cuando eran niños.
Él quería más, mas de ellos, mas de la vida, mas para disfrutar con su nueva familia y lo que era más importante para él, mas de Erza.

—Roja, roja –le hablo bajito —hiciste lo más que pudiste, Ravee y Eileen crecieron para ser un hombre y una mujer de bien. No puedo pedir mas que eso para mis hijos –Gray siguió diciéndole cosas en el oído que solo ella podría escuchar de él.

Ambos sabían que eso los reconfortaba de una manera que no se podía explicar con palabras, él hablándole al oído y ella dejándose querer.

Después de eso y durante las siguientes dos semanas no volvieron a hablar del tema.

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La habitación estaba completamente vacía y el sonido que hacía la máquina a un lado de él hacía que el eco de esta se hiciera molesto a sus sensibles oídos.
Olía como a desinfectante y mucho gel antibacterial.
Quería mover sus labios para articular alguna palabra, la que fuera, pero se sentía tan entumido y su cabeza le dolía montones.
De a poco abrió sus ojos pero rápidamente los volvió a cerrar, pues la luz y lo blanco de la habitación se le hacían insoportables.

Dos voces hicieron que despertara completamente e ignorando el dolor, giró su cabeza hasta dos matas de largo cabello rojo.

DisappearedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora