Capitulo 26

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En enero siempre llovía por todo Alakitasia, hacía que el aire se volviera tan monótono y triste por sus cielos grises y con lluvia que aun en el día más feliz lo hacía ver como el más desgraciado.
Eileen veía por la ventana del auto que los llevaba a casa de Jellal para poder arreglar las cosas para su hermano.

Muy pocas personas saben del dolor que es perder a tu alma gemela, a tu otra mitad, a tu compañero de travesuras y de aventuras.
Para Eileen su hermano no solo era su mejor amigo, él lo era todo para la pelirroja.
El fue con el primero que aprendió a compartir, a amar, él fue su apoyo moral y emocional; porque no había una Eileen sin un Ravee.

Jellal veía a su ahijada con los ojos rojos e hinchados, su nariz parecía la del viejo Rodolfo el reno y su mirada carente de expresión hacía que un cosquilleo recorriera por su espina dorsal.

Eileen ni había hablado desde ayer por la noche, cuando le dieron la noticia a los familiares y amigos.

Fijó su vista hacia el frente y siguió en su tarea de conducir.

Él los vio crecer, convertirse el las maravillosas personas que son, vio sus primeros pasos, sus primeras sonrisas, estuvo para ellos cuando la paciencia de Erza no podía con el llanto de ambos. Fue su maestros, su figura paterna, su amigo, compañero de juego, aquel que estuvo en reuniones familiares, recitales, días del padre o ferias escolares.
Ayudó a que los mellizos entraran al Instituto y consiguieran la beca... pero más importante, estuvo para ellos durante toda su vida.

Obvio no recriminaba a Erza o a Gray; ellos fueron las causas que llevaron al daño, si.
Pero ellos también son unos inexpertos y no sabían más que él en el tema.

Había hablado con Ravee de su padre y su futuro con él cuando saliera del hospital.
Habían hablado de Marie, Eileen, Erza, la escuela y el equipo de ajedrez, el de Voleibol, sus abuelos y su padre.
Sabía que quería recolectar con Gray y con sus abuelos. Por Dios ¡incluso con Juvia! Quería hacer las cosas bien y dejarse querer para tener la familia que los mellizos merecen y que podrían tener.

Era una lástima que Ravee no pudiera cumplir con sus objetivos.
Ahora seguro estaba muy ocupado cuidando de todos desde algún lugar.

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Los arreglos del funeral fueron llevados acabo por la asistente de Erza, Kinana y la propia pelirroja.

—¿Segura que se encuentra bien? –preguntó la joven a la mayor —puedo encargarme de las flores, se que ha Ravee le encantaban los Pensamientos por lo que-

—Lo apreció Kinana, pero esto lo haré yo –dijo rápido.
Sin más, tomó sus muletas y dejó a Kinana en la recepción de la florería para adentrarse al santuario (donde tenían todas las flores sueltas y las listas para venderse)

Tomo una rosa blanca y la acaricio. No pudo más y lloro evitando hipar tapándose la boca.
Dejó caer la rosa y con ella sus muletas, su trasero pegó con la mesa que ella ocupaba para armar los ramos y arreglos.

Sentía que se estaba quemando y no podía respirar más, pero no se dejaría ver así. No, por Ravee y Eileen ella tenía que ser fuerte.

Quería gritar hasta desgarrarse la garganta, arrancarse el corazón para pisarlo, quería golpear algo tan fuerte y en repetidas veces hasta que le sangraran los nudillos, quería hacerse bolita en el piso y seguir llorando como bebé, quería tantísimas cosas; pero lo que más deseaba, era abrazar a su bebé y escuchar su corazón una vez más.

No aguanto más y miro a la mesa para distraerse con algo. Lo que fuera. Paseo sus ojos hasta que algo llamó su atención, las tijeras para cortar los excedentes en los arreglos florales.
Estuvo un buen rato mirándolas, como si de un momento a otro estas fueran a cobrar vida y le fueran a hablar o fueran a sacarle los ojos.
Sus manos las tomaron y tentada a todo en su momento de debilidad.

DisappearedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora