Capitulo 6

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Lucio se acercó y tomó al cadáver de los pies, mientras Oliver lo tomaba de los brazos, para así bajarlo hasta el jardín escolar, donde sera enterrado.

—Pesa el desgraciado.

—Callate Oliver, mejor saca las palas pata comenzar a cavar.

Oliver fue al almacén y sacó dos palas, así siguieron su trabajo y removieron la tierra, haciendo un enorme hoyo para meter el cuerpo.

—Aun es pequeño.

—Sigamos cavando.

Media hora después, lograron hacer un agujero de dos metros de alto.
Esto era suficiente para meter el cuerpo.

—¿Ultimas palabras para nuestro maestro favorito?.— Preguntó Oliver.

—Deja eso, vamos a enterrarlo ya, por favor. No quiero estar mas aquí.

—Bien, entonces yo si diré unas ultimas palabras de despedida para nuestro amado profesor.
Bueno, querido maestro, espero pueda perdonarme por asesinarlo, pero era algo que tenia ganas de hacer desde hace mucho, lamentablemente usted fue estúpido y contra eso no se pudo hacer nada.
Espero este ardiendo en el infierno, y por favor mandele saludos a Satanás, quien espero me reciba después de muerto, pero si me pone con usted, prefiero el cielo, amén.

—Oliver basta, no quiero seguir aquí, te lo suplico.— Lloraba Lucio.

—A mi también me da algo de miedo el estar aquí. — Agregó Samuel.

Oliver se acercó al cuerpo y lo hizo rodar hacia el hoyo.— Hasta la vista, baby.— después comenzar a palear y lanzarle tierra.
—¿Ven?, les dije que todo sería muy fácil. — Sonrió sin preocupaciones el pequeño Oliver.

—Ya no quiero hablar de esto... Por favor... Solo quiero irme a mi casa.— Dijo Lucio.

—¿Enserio vas a llorar?. Deja de ser un maricón. Superalo, matamos al desgraciado, le hicimos un favor al mundo, tienes que verlo como algo positivo. Además ya estaba viejo, muchos años de vida no le quedaban.

Lucio se dio la vuelta, miró fijamente a Oliver y lo abofeteó.

—¡Eres un imbécil!, ¡¿No te das cuenta de la situación?!.

Oliver se acarició la mejilla y le regresó la bofetada a Lucio, pero no solo eso, lo tomó por la camisa y lo lanzó al suelo.

—¡Dejame Oliver!.— El aludido se montó sobre Lucio y lleno de rabia lo miró.

—Tranquilos por favor.— intento intervenir Samuel.

—No vuelvas a golpearme, porque si no me tembló la mano para matar a ese imbécil, tampoco me temblará para hacerlo contigo, así que ubicate, y ya deja de hablar del muerto, aquí no ha pasado nada.

Oliver se levantó, y Lucio hizo lo mismo.

—Bue... Bueno... Deberíamos irnos ya.— Sugirió Samuel.

—Aun no, solo necesitamos llevarnos algunas cosas de aquí. Necesitamos que esto parezca un asalto.
Últimamente  se han registrado robos a instituciones, y lamentablemente nuestro colegio fue víctima de ello.
Tenemos que llevarnos algunas computadoras portátiles, y otras cosas de valor, vamos.— Mandó Oliver.
Samuel y Lucio no dijeron nada, solo lo siguieron.

Bajaron las escaleras y entraron al salón de cómputo, ahí patearon algunas sillas, abrieron los cajones y sacaron todo lo que pudieron.


—Las computadoras normales pesan mucho. — Se quejó Samuel.

—Obviamente esas no. Las computadoras portátiles son las que interesan, llevemos todo y vámonos de aquí.

Pecado MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora