Contaminado

188K 21.6K 38.2K
                                    

CONTAMINADO

*.*.*

(...)

Con una mano apretando las picudas tijeras que ocultaba bajo el muslo, me mantuve atenta a la galleta de chocolate que se llevó a su boca.

No hubo gesto en su rostro conforme masticaba y por el modo tan indiferente en que lo hacía era como si comerlas fuera ya algo habitual para él. Aunque quizás, lo estaba aparentando todo.

Estar tan cerca de él me ponía en mucho riesgo después de leer esos mensajes, pero había algo que quería averiguar. Su canibalismo. Si los mensajes eran ciertos, lo cual parecía ser después de verlo abriendo su boca sobre el órgano, quería decir que quizás este tipo de comida no le satisfaceria. Le sabría mal, le provocaria nauseas por el cambio de apetito. O tal vez, a pesar de ser canibal también podía comer comida normal. O no. En realidad, especular y hacer mis propias conclusiones sin saber nada más fuera de esa conversación, era estresante.

Por otro lado, habia una parte de mí que queria aferrarse a su humanidad. Me salvó del experimento de la incubadora 10 y su brazo que antes era un montón de tentáculos estaba completamente bien ahora mismo, nada extraño se había movido bajo la piel de sus manos. No había deformidad en alguna parte de su cuerpo, nada, ahora mismo parecía un hombre común a excepción de esos perturbadores orbes que no sabia si su forma y color eran a causa de lo que fuera que los contaminó.

Además, ese tal Ronny aseguró que eran peligrosos, que eran agresivos, que no reconocian y atacaban, pero no había ningún comportamiento agresivo en él, no estaba intentando atacarme.

¿Eso seria suficiente para confiar? Repitió más de una vez que no era peligroso para mi y que no me lastimaria. ¿Acaso su razón era porque lo saqué de la incubadora?

Estabamos atrapados en esta área solo nosotros dos y quién sabía cuanto se tardarían los del área naranja en llegar y sacarnos de aquí, así que esperaba que sus palabras fueran sinceras y no tratara de hacerme daño después.

Mordí la galleta observandolo a él hacer lo mismo, pude notar el leve temblor en su comisura, un gesto asqueado que me mantuvo inmovil. La dejó sobre el envoltorio y tomó la gaseosa de fresa de mi mano, rozando sus dedos con los míos, y bebió de ella. Pero el líquido tan solo tocó el interior de su boca, terminó escupiéndolo todo.

—¿Qué es esto?— arrastró en una queja, alargando esa enigmática mueca.

No sabía si simplemente era porque nunca antes la probó o, lo había hecho, pero ahora su sabor cambió para él porque fue expuesto a quién sabía qué cosa volviéndolo canibal.

—Supongo que nunca has bebido gaseosa de fresa...— dije, viendo como se limpiaba los labios con el dorso de su mano—. O quizas sí, pero por alguna razón ahora te sabe horrible, ¿la galleta también te supo mal?

Si todo le sabía mal, era porque estaba contaminado, ¿no? Pero si estaba contaminado y ese contaminante lo volvía un canibal... Dejé de pensar cuando arqueó una ceja.

—¿Nunca has probado una gaseosa?

—No es extrañar que desconozca su sabor. No permiten que bebamos nada más que agua—enfatizó entre dientes.

¿No los dejaban? O sea que otros decidían qué darles de comer...

—Entonces agua será—mencioné, apartándome para levantarme.

Volví a las bebidas, esta vez tratando de alcanzar desde el agujero en la parte trasera de la máquina, agua potable. En tanto sacaba una gaseosa para mi, no dejaba de recordar los mensajes entre la pareja.

Experimento Rojo peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora