Toque de queda

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TOQUE DE QUEDA

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La emoción se esfumó cuando lo supe

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La emoción se esfumó cuando lo supe. Cuando supe lo que sucedería. Desde antes me había preguntado qué acontecería con Rojo una vez llegado al área naranja, porque todos los experimentos estaban infectados y él también. Pero a diferencia de los demás, Rojo era el único que permanecía mayormente con forma humana, y a pesar de eso, era peligroso. Esta no era el área naranja, pero habían sobrevivientes, y al final querían matarlo a él.

Ahora sabía la respuesta. ¿Qué haría entonces? No podía dejar que lastimarán a Rojo, tampoco quería dejarlo.

El hombre levantó el arma y señaló aún lado de mí. Mi corazón se detuvo un instante antes de que todo mi cuerpo reaccionara. Y antes de que él decidiera disparar, alcé mis brazos a los lados y me acerqué hasta cubrir un poco con mi pequeño cuerpo parte de la enorme estructura de Rojo.

— ¡Alto! — grité. Sus ojos azules volvieron a estar en mí, pero solo duró unos segundos antes de regresar sobre el hombre detrás de mí—. No dispares.

Miré a Rojo por el rabillo del ojo. Tenía casi toda la parte inferior de su rostro bañado en sangre, a excepciones de su boca, donde sus labios habían adquirido un color más oscuro como los labios del experimento muerto. Mantenía su mirada fija en el hombre casi como si quisiera matarlo. Era tan irreconocible como al Rojo 09 que liberé de su incubadora, pero lo que más me importaba ahora mismo, eran sus heridas, a su costado izquierdo le hacía falta un gran trozo de piel y todo el músculo por lo que se podía ver al otro lado.

Y, sin embargo, él parecía completamente dispuesto a volver a atacar. Sin muecas de dolor, sin una gota de debilidad.

—No dispares—pedí y dejé en el momento que una de mis manos volara sobre su ancha y fría muñeca tratando de rodear su grosor. Volví a mirar al hombre joven que parecía desconcertado con lo que veía, pero no le permitiría que le hiciera daño—. No le dispares, por favor. No es peligroso.

Pareció desorientado por mis palabras, como si no pudiera creer lo que estaba sucediendo o lo que yo hacía. La verdad era que estaba muy asustada, pero ahí me encontraba, defendiendo a Rojo como si fuera una clase de armadura.

Claramente era todo lo contrario: él era un escudo para mí.

— ¿Es una broma?

Moví la cabeza, negando:

—Está conmigo—comenté, disminuyendo la voz. No quería que otro experimento deforme apareciera en el pasillo—. Él está conmigo.

El hombre arqueó una de sus moldeadas cejas castañas y alzó el mentón, con el mismo gesto confundido. Aunque los tres tuvieran el mismo semblante, estaba segura que no había nadie más confundida y perdida que yo. Después de todo ellos sabían lo que ocurrió, pero yo desperté sin recuerdos.

Experimento Rojo peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora