Examinadora

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EXAMINADORA

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Jadee agotada de tanto correr y aun así mis piernas temblorosas y adoloridas no dejaron de moverse sobre el oscuro pasillo

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Jadee agotada de tanto correr y aun así mis piernas temblorosas y adoloridas no dejaron de moverse sobre el oscuro pasillo. Corriendo, huyendo de lo que fuera que fuere lo que me perseguía.

Un gruñido bestial, potente y letal se levantó detrás de mi, penetrando mi columna de escalofríos de miedo y horror. Doble el corredizo y detuve el paso con tanta fuerza que casi tropezándome con los pies descalzos. Las dos bestias frente a mi se inclinaron mostrándome los colmillos de sus hocicos ensangrentados, gruñendo bajo, despiadados, amenazantes.

Garras largas, delgadas y filosas teñidas en color negro se abalanzaron sobre mis hombros y caí de espaldas lanzando el primer alarido, patalee, me retorcí cono gusano. La primera bestia que me tenia debajo de sus garras separó su hocico antes de esos tentáculos se enredaran alrededor y se lo cerraran. El crujir de su quijada dislocada le lanzó un gemido de dolor y entonces mas tentáculos se alzaron desde atrás de mi y sobre la bestia, tomándola del tronco y alzando fuera de mi al mismo tiempo en que la otra criatura también fue levantada.

Los tentáculos tan familiares y aterradores tomaron sus patas traseras y delanteras y halaron, una y otra y otra vez. Huesos crujiendo, bramidos bestiales y pieles negras y escamosas rompiéndose ante mi, derramando todos esos órganos y sangre por el blanco suelo y paredes.

—Eres mía.

Y esa gruesa voz varonil, emergiendo como un siseo bestial, rasgado en letalidad, detrás de mi, me inclinó la cabeza.

Ahí estaba él. El hombre más hermoso que pude haber visto en toda mi vida y al que saqué de aquella incubadora, completamente irreconocible ahora. Venas negras revestían por completo su cuerpo corpulento y mayormente desnudo, engrosadas bajo su pálida piel como si faltara nada para reventarse. Sus colmillos habían crecido fuera de su boca retorciéndole los labios amoratados. Sus mejillas ahuecadas y su mentón manchado de sangre que goteaba por el ancho cuello donde un tentáculo sobresalía fuera de una pequeña herida, y por encina de sus pectorales gruesos.

Con un solo brazo cuyas garras eran aun mas despiadadas que las de las bestias que asesinó, y con tentáculos gruesos y largos remoliéndose desde su hombro rasgado y estirándose hacia mi... sobre mi cuerpo, sobre mis extremidades para girarme y quedar delante de él.

Rodearon mis muñecas extendiendo los brazos a los costados, y mis tobillos par separarme las piernas desnudas. Desnuda. Yo estaba desnuda con únicamente la delgada prenda interior de las bragas y el sujetador.

Su larga lengua se relamió los labios cuando sus orbes negros y letales me recorrieron de arriba a bajo, desprendiendo un hambre feroz.

—Eres toda mía—ladró con la tensión notoria en su quijada.

Experimento Rojo peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora