CAPITULO XVI
El...
Quiero enfrentarla, que me mire a los ojos y me repita su maldito mensaje en la cara. ¿Por qué me llama... así? ¿Por qué tan cruelmente me tira una noticia como esa y... que "solo te aviso que voy a casarme, adiós"? ¿Sin invitación formal o algo que se condijera con el comportamiento frio que me había dado todo ese tiempo? ¿Qué rayos le pasaba?
Entendí claramente lo que eso significaba. Era bastante obvio para mí lo que le estaba sucediendo, por eso no dudé, llamé a mi hermana y le pedí explicaciones. Laura me juró que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo y que no había hablado con Emma, solo me pidió que me calmara y que no hiciera una locura. Ese consejo, como tantos otros antes, no logró fijarse en mi consciencia. Ignorándola, como de costumbre, me lancé dentro del primer avión que conseguí; mi jet estaba en reparaciones hasta la semana entrante y no contaba con tanto tiempo.
El frenesí del viaje y de la ansiedad que me carcomió en las 7 horas que duró el vuelo, fueron suficientes para dejarme temblando frente a su blanca puerta. Ya no tengo hambre, o sed o sueño, ni siquiera pude sentir el frio del agua que me cayó encima, durante el chaparrón que me recibió a mi arribo. Solo quiero verla, quiero escuchar que lo diga, quiero saber que eso es realmente lo que quiere. Estoy totalmente desbocado, necesito aplacar todo esto. Darle un fin.
Su canturreo se aproxima, luego de pegar mi tembloroso dedo en su timbre por breves segundos. El final de la canción marca el nacer de su expresión. Jamás lo vio venir. Automáticamente, deja caer el cepillo que traía en la mano izquierda, para llevar la derecha a sus labios, ahogando su voz. Su expresión da velozmente paso a un inexplicable miedo y en un hilo se pronuncia hacia mí.
- ¿Qué... haces aquí, Daryl?... creí que estarías... - no la dejo terminar.
Sin quitar mis ojos de su preciosa imagen, cruzo la puerta con decisión y cerrándola de un empujón, la tomo en mis brazos. Hundo mi rostro en su ahora largo cabello negro, y al fin logro sentir mi corazón latir de nuevo. Su aroma, su piel, su esencia eran mi alimento, me daban la vida. No era nada mas, ni el oxigeno, ni el agua, ni la comida; solo ella. Temo abrazarla tan fuerte que la rompería, por lo que me alejo con delicadeza y le tomo el rostro con ambas manos. Sus hermosos ojos, tan verdes como la manzana más brillante, relucen humedecidos por las incontables lágrimas que ya ruedan por sus mejillas. No, no era miedo lo que sentía, esta triste. Mi chica...
- No puedes hacer eso, Emma. No puedes llamar a una persona, a la única persona que te amo más que a nada ni nadie en el mundo y decirle que te casas sin esperar que haya una reacción del otro lado. Pero entiendo el porqué. Sé porque lo hiciste... sé que todo esto... – presioné mi frente contra la suya al hablarle, pero sus ojos continuaron buscando los míos desesperadamente. Me obliga a enfrentarla.
Jamás hizo el impulso de apartarse, por el contrario, parecía fundirse en mi, alentándome a seguir.
- ...Me equivoque, se que la cague, pero aquí estoy ahora, cumpliendo mi promesa. Te prometí que volvería a buscarte, lo hice al volver de Londres, lo hice también ese día en el aeropuerto, y lo estoy haciendo hoy... - al oír aquello, ella recobró la fuerza para hablar; se aparta ligeramente.
- ¿Estuviste... ahí?... – entre sollozos intenta expresarse. Arrastro uno de mis pulgares por su piel, secando a mí paso la última lágrima. Su mirada incrédula me exige una respuesta.
- Por supuesto, nena... yo te amo. –
La frase fue el símbolo de mi entrega, mi corazón y mi alma volvían a ser de ella otra vez. Me sentí desnudo pero esta vez era su ser entero, quien me arropaba. Estrecho sus labios con los míos. Sin dudarlo, la beso, la beso con todo el amor que poseo. Mi lengua deseaba sentir la tibieza de la suya, su sabor, su dulzor. Mi cuerpo se fusionó con el suyo en un sublime abrazo, y con su calor llenó hasta el ángulo más recóndito de mi cuerpo. Por fin soy un hombre completo, la soledad se volvió un concepto vago y ajeno para mí. Ya no puedo imaginar mi vida sin sus tiernas caricias. Sin su deliciosa voz diciendo mi nombre, sin su mirada verde esmeralda palpándome hasta los huesos.
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Como Cafe con Chocolate (A Daryl Dixon Fanfic)
RomanceCuando el destino es que dos almas se unan, el amor encuentra la manera. Ellos se amaron desde muy corta edad, aunque la diferencia es muy grande. Los errores del pasado, las mentiras y traiciones estarán al acecho, ahora que se han encontrado, ame...