CAPITULO XII
Ella...
La mañana arribaba lentamente, los rayos de sol se colaban sin permiso por entre las cortinas de su enorme ventanal. Estábamos recostados sobre la alfombra del despacho, tapados con nuestra ropa. El dormía profundamente tendido boca abajo, su cuerpo de Adonis brillaba bajo la tenue luz, y yo hacia el intento por despabilarme... un silbido a lo lejos llamó mi atención, conozco esa canción, acaso es... ¿la Macarena? Mierda, la limpieza. Era viernes y aunque nadie trabajaría hasta el lunes, por órdenes de Daryl lógicamente había cosas que no dejaban de hacerse en la empresa.
- Daryl, Daryl... – dije mientras lo sacudía del hombro – Despierta, llego el hombre que limpia debemos irnos.
- ¿Qué paso? ¿Qué...? – adormilado, balbuceó cualquier cosa.
Continué con mis intentos de despertarlo, pero era por completo inútil, la resaca y la actividad física le pedían descansar más. Estos hombres. Tuve que ingeniármelas, por lo que me vestí a toda velocidad, fui hasta el baño y tome un vasito, lo llene de agua y volví a la oficina. Iba decidida a volcárselo en la cara cuando oí al señor de la limpieza, parado a la puerta del despacho sacando la llave para abrirla. En un santiamén, crucé a mi oficina, cerré la puerta de Daryl y tire el vasito contra la otra que daba al pasillo, salpicando todo.
- ¡Oh, rayos! – grite más alto de lo común; el señor Díaz ya se hallaba junto a mí.
- Señorita Stevens, ¿está usted bien? ¿Qué sucedió? – dijo, mientras sacaba un paño para limpiar el desastre que había hecho.
- Lo siento, es que fui a buscar agua y al volver me lleve puesta la silla. – Intente ayudarlo a limpiar pero el insistió en que era su trabajo.
- No se preocupe, yo dejare todo limpio y acomodado. ¿Qué hace aquí hoy? La empresa estaba cerrada hoy, ¿no? –
Rápido inventa una excusa, la voz en mi mente me apremió.
- Es que el señor Dixon me pidió que recogiera mis cosas, ya sabe por la renuncia y eso, y vine a enviar unos archivos pendientes antes del lunes. Me iré pero al menos terminaré mi trabajo. – el seguía en lo suyo, al tiempo que yo ya me preparaba para salir como rayo hacia el corredor.
- Oh, cierto que se ira, lamento que sea así, señorita, la extrañaremos por aquí. El señor estuvo más calmado con usted por aquí, no es que sea de nuestra incumbencia pero todos lo notamos. Fue su presencia. - Vaya, vaya, Dixon.., pensé por dentro.
- Sí, bueno, ya encontrara otra idiota que lo soporte. –
Continúe con la fachada de nuestra pelea del día anterior, la cual todos escucharon, incluido el señor Díaz.
- Vendré a visitarlos – lance con una sonrisa y él me devolvió otra. – Bueno, le dejo terminar con su trabajo. Nos veremos por ahí. Gracias, señor Díaz. –
Me despedí de él y di toda la vuelta para entrar al despacho de Daryl por la puerta grande. Allí estaba, mi ex jefe, escrutándome con denunciantes ojos, completamente vestido, de brazos cruzados y con una sonrisa torcida en el rostro. Listo para irnos.
- Lo siento, tenía que inventar algo, no es tiempo aun –
Ante mi insulsa excusa, el bufo con fingida molestia. Había escuchado todo, no evite sonreír ante la idea. Tomó sus cosas, yo las mías, y salimos del lugar mientras podíamos.
Todavía no dejábamos el ascensor y el ya había ideado todo. Su plan era perfecto, tanto para el momento como para los días venideros, considerando que solo había tenido el viaje de la oficina hasta el aparcamiento, para pensarlo. Una escapada de fin de semana hasta la cabaña que poseían los Dixon en Cold Spring. Estaba un tanto alejado de Nueva York pero lo bastante cerca por si teníamos que regresar de imprevisto. Íbamos llegando a donde su auto, cuando de pronto lo recordé. Aun no le avisaba a Laura y Susan, que Daryl estaba en perfecto estado y conmigo desde la madrugada.
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Como Cafe con Chocolate (A Daryl Dixon Fanfic)
RomansaCuando el destino es que dos almas se unan, el amor encuentra la manera. Ellos se amaron desde muy corta edad, aunque la diferencia es muy grande. Los errores del pasado, las mentiras y traiciones estarán al acecho, ahora que se han encontrado, ame...