Capitulo XV

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CAPITULO XV

El...

Solo. Esa es la mejor forma de describir como me siento ahora mismo. Estoy aquí sentado en mi living, tan inerte como una ostra, un imbécil, dándole vueltas al asunto. Después de tanto tiempo, justo hoy tenía que ser. Hoy que se cumplen dos años y nueve meses sin ella, y que han pasado solo cuatro desde que Susan falleció. En verdad necesito a mi madre, Dios, como me hace falta en este momento. Ella me sostuvo con gran fortaleza durante los duros meses que sucedieron a la partida de Emma.

Recuerdo ese día lluvioso como si fuera ayer. Recuerdo verla cruzando aquel túnel, arrastrando su valija, mientras Laura intentaba en vano detenerme. Logré zafarme fácilmente de su agarre, esta me dio la espalda y se fue enfurecida por las escaleras. Intenté seguir a Emma, corrí gritándole a través del vidrio, golpeando su empañada superficie helada. La vi alejarse, cabizbaja, su diminuto y esbelto cuerpo, completamente dañado por nuestros errores. Llegué hasta la puerta de abordaje pero la maldita aeromoza no me dejo alcanzarla. No me permitió llegar antes de que cerraran la compuerta del avión.

Lloré, lloré sin pausa al llegar a mi casa, sintiéndome como un pequeño al que le acababan de arrebatar el único tesoro que tenía... una vez más. Impotente, débil e inútil, así me sentí, por largos meses.
Luego de pasar mucho tiempo lamentandome por mi mismo, llegó la aceptación y con esta, la idea de que era lo mejor. Para ella y para mí. Tal vez así debió ser desde el comienzo, tal vez Richard había tenido razón y siempre debí mantenerla lejos. A salvo de mi mierda y de mi inevitable poder para destruirlo todo. Sé que eso mismo fue lo que le reproché a Connor en su momento, pero hoy creo que es más destructivo quien tiene el poder para evitarlo y no lo hace. Bueno, luego de aceptarlo, estaba listo para enmendarlo, listo para dejarla sanar, lejos de mí, de una vez y por todas.

Mi fortaleza duró bastante, no obstante, se tornó irregular hasta terminar desvaneciendose con el correr de los años. A pesar de mi firme decisión de evitarla, cada vez que llamaba desde Londres, me dejaba desecho, y eso que no era yo quien la atendía.
Por fuera, intente verme renovado, dispuesto a comerme el mundo; pero puertas adentro, todo era muy diferente. Más de una vez, mi hermana o mi gran amigo, Rob, tuvieron que levantarme desde el piso por la borrachera que traía. Más de una vez discutí con Laura por mi comportamiento. Ella me acusaba de autodestructivo y yo solo sabia mandarla a la mierda. Lo último que necesitaba era que vinieran a regañarme, o eso creia. Hasta llegó a compararme con Connor, sabiendo que eso era lo que más odiaba en todo el mundo. Connor... mi hermano... Aun esperaba alguna llamada que me anunciara su muerte o saberlo por las noticias uno de estos días.

Con todo, mi madre jamás me juzgo. Creo que en el fondo, sentía que esto también era su culpa. Por ocultárselo, por negarle su justo derecho, junto con mi amor. Y yo, por ser tan cobarde. Aun puedo escuchar sus palabras, tan ciertas, aquel día que discutimos en la oficina. Mi cobardía, eso remató lo que teníamos.

A veces la encuentro en mis sueños, siento su divina piel y hasta puedo oír su dulce voz. Así fue durante todo este tiempo, y temo que eso, por mucho que lo intente, no se irá jamás.

Muchas chicas desfilaron por mi cuarto durante el primer año, pero aun así, me vi a mi mismo llamándolas con su nombre. Buscando su rostro en cada una de ellas, esperando ver su tierna mirada verde y su bella sonrisa. Pero ninguna se le asemejó si quiera, y terminé por despedirlas con un beso vacío y una promesa de segunda cita que jamás ocurrió. Elegí quedarme solo, más aun cuando vi las primeras fotos de su nueva pareja, Edward, y ella juntos en las playas de Valencia, aproximadamente un año atrás.

Me costó bastante asimilar que había logrado olvidarme, sobre todo cuando yo continuaba sintiéndome tan miserable. Laura me contó, luego de que la acribillara a preguntas, que él era muy bueno con Emma y que la amaba demasiado, que la veía feliz por primera vez en mucho tiempo. No negaré que se sintió como una gran patada en las bolas escucharlo, y mi hermana jamás fue de cuidarse al momento de decir la verdad. Mas, dentro de toda mi tristeza, me alegraba que fuera feliz, que hubiera encontrado alguien que la respetara y le diera todo lo que se merecía, lo que yo no pude.

Como Cafe con Chocolate (A Daryl Dixon Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora