CAPITULO II
El...
El viaje se me había hecho eterno, dejándome por demás exhausto, tanto física como mentalmente. Sin mencionar a mí hermana menor y su gran fiesta de cumpleaños justo a menos de una hora de bajar del avión. No había excusas que le valieran esa noche, tenía que ir. Después de todo, acababa de regresar luego de 15 años de ausencia, y la había extrañado tanto que no podía negarme.
Sabía que ya no vivía con mamá y que se había comprado un gran lugar en la ciudad, pero jamás espere que fuera tan espacioso, estaba atestado de gente, ni que decir del bullicio. Grandioso, esto terminará por matarme, pensé. La fiesta estuvo bastante bien en general, inclusive admito que me divertí un poco, hasta que llego el esperado "momento incomodo" con su bocona "amiga". ¿Quién se creía que era? Tratándome de viejo, rebajándome y contestando a todo lo que decía con puro sarcasmo y provocación. Puede que solo haya sido el pedo que traía lo que la hizo comportarse así, pero admito que esperaba otra cosa de ella. No era nada comparado a la chica que conocí en mi juventud.
Si, mentí. En realidad la recordaba muy bien, y estaba diferente. Claro, tampoco es que esperara encontrarme a la niñita inocente, amable y cariñosa que recordaba; había transcurrido ya tanto. Pero en mi lejanía, todavía podía verla. Con sus rosados enterizos, brincando como poni por todo el living de la casa, sus coletas y su carcajada contagiosa, siempre lanzándome miradas picaras. Correteaba a mí alrededor y presumía a pesar de tener solo cinco años, y yo, dieciocho. Era toda una mocosa atrevida, siempre diciéndome que algún día se casaría conmigo, haciéndome reír ante lo absurdo que eso sonaba y lo irónico que seria, si llegara a suceder. Y lo desee, todo ese tiempo. En la distancia, lo desee.
De alguna forma, sus hermosos ojitos verdes me decían que su cariño era real y que nunca me olvidaría; después de todo, fui el único chico que conoció desde pequeña y pase tanto tiempo con ella, que me sonaba lógico creer que su enamoramiento por mi perduraría. Ingenuo.
Lo cierto era que ahora, todo había cambiado. Se había vuelto una mujer, aunque muy joven y definitivamente atrevida e infantil en esencia, pero toda una mujer al fin, independiente y en extremo hermosa. Y ni siquiera me reconoció. No lo niego, me sentí decepcionado ante sus comentarios despectivos, pensé que me recordaría tal como yo a ella. Estúpido Daryl, era solo una pendeja, no había manera de que se acordara de ti, deja de darle vueltas ya y duérmete, me dije a mi mismo, pero era inútil. Estaría en mi cabeza toda la noche.
A la mañana siguiente, me desperté bien temprano y luego de tomar un buen desayuno, recibí un llamado de mi mejor amigo Sean. Quería invitarme a un juego de paddle antes de ir a la oficina. Pensé en rechazarlo, ya que seguía cansado del viaje y ni hablar de acostumbrarme al cambio de horario, pero acepte ir de todas maneras.
En Europa, más precisamente en Londres, pase todos estos años; mientras que, en los dos últimos, me aboque a dirigir de lleno algo así como una sucursal externa de la empresa. Ahora que mi "padre" había fallecido, y habiendo dejado a mi colega británico, Thomas, a cargo de aquella parte en Londres, podía regresar al fin y encargarme de lleno de la central en Norteamérica. Aunque, esa no era la única razón de mi vuelta.
Bien, como decía, varias posibilidades de expansión estaban surgiendo, negocios y contratos que llovían de los cielos, pero era demasiado trabajo para el irresponsable de Sean. Ya no podía más con sus escándalos, su manera de ostentar, y de mentirme. Simplemente no se tomaba en serio nada de esto, solo le interesaba que la empresa continuara generando dinero para poder tirarlo. Últimamente, no podía contar con él para nada; ya era tiempo de tomar las riendas.
Día de entrevistas. Al enterarse de mi llegada, Sean
había publicado un aviso de "se busca secretaria", aunque lo que necesitaba era más bien una asistente personal. En Londres, tuve varias pero ninguna duraba demasiado, ya que siempre terminaba indiscutiblemente enredado con ellas y era un verdadero desastre. Eso ya había terminado, debía acomodar varias cosas en mí aun y sería complicado, pero estaba decidido; no cometería el mismo error aquí. No podía seguir perdiendo empleadas por no ser capaz de controlar mis impulsos. Imbécil, eso es lo que era. A menudo, recordaba a mi sabionda pequeña hermana y sus dichos robados a mi madre, "jamás te enriendes con la servidumbre, termina mal". Y vaya que si era cierto, pero sobre todo, me preocupaba el enderezar mi vida para cuando regresara a verla. Al pasado, pisado.
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Como Cafe con Chocolate (A Daryl Dixon Fanfic)
RomansaCuando el destino es que dos almas se unan, el amor encuentra la manera. Ellos se amaron desde muy corta edad, aunque la diferencia es muy grande. Los errores del pasado, las mentiras y traiciones estarán al acecho, ahora que se han encontrado, ame...