Capitulo VII

129 11 7
                                    

CAPITULO VII

Ella...

No podía creer lo que acababa de hacer. Que clase impulso tonto e infantil se había apoderado de mi cuerpo. Me arrepentí al segundo de hacerlo, sobre todo cuando vi su expresión. Aunque una vez refugiada en las paredes de mi departamento, lo sentí como algo cotidiano, como si ya lo hubiera hecho antes.

No quise darle demasiadas vueltas al asunto, ya que era tarde y estaba exhausta, por lo que me tire en la cama así nomas, vestida como estaba. Enrollándome en las sabanas, me dormí al instante. Nade entre sueños inquietos durante toda la noche. Quizás fueran recuerdos vagos que creí haber olvidado hacía mucho tiempo... Quizás...

------

En una sala de hospital, una niña de cuatro años le habla a su madre, quien acaba de despertar... sus muñecas vendadas por los cortes.

- Mamá, ¿por qué lloras? –

- Por nada bebé, no pasa nada... -

- ¿Duele, mami? –

- Si, me duele pero ya va pasar –

-¿Y papa? ¿A dónde se fue? ¿El traerá a mi hermano? –

- No, hijita, sabes que tu papi está lejos, todavía no vendrá. Y tu hermanito se ha ido al cielo ¿recuerdas que te dije? esta en el cielo –

- Mamá no llores, yo te amo –

- Y yo a ti, mi nenita –

------

Desperté exaltada, con la respiración cortada y sudando como si acabara de correr un maratón. Pocas veces había soñado con mi madre, pero allí estaba, hablándome de niña, trayendo cosas oscuras a mi cansada mente. No estaba segura de si fue una invención mía o en realidad era un recuerdo de mi niñez. La verdad es que jamás hablaba de ella, solo unas pocas veces con mi amiga, en la adolescencia, y lo que escasamente lograba recordar. No puedo decir que la extrañara. Me acostumbre tanto a llamar mamá a Susan, que ya ni siquiera podía recordar su verdadero nombre. Tampoco valía la pena, apenas tenía cinco años cuando se fue y ni siquiera conocí a mi padre. Mi familia, siempre habían sido los Dixon.

En la mañana siguiente, me levante como todos los días, solo que con la enorme tranquilidad de que no tendría horarios que cumplir. Me dedique con pasividad a adelantar en mi tesis, hacer la lavandería y dormir, cosa que adoraba. El jueves estuve temprano en mi oficina, para realizar cuanto antes las actividades que Daryl me había encargado. Enviar mails, chequear y reprogramar un par de visitas de inversores, y para finalizar, redactar un informe de lo que se había hablado en la cena para enviárselo a los abogados en Londres. Él, por lo que me dijo, tenía que tomar un vuelo a España esa mañana para arreglar unos negocios y estaría de regreso el viernes. Mi incisiva curiosidad me pateaba cada vez que miraba mi móvil, deseaba escribirle para saber si había llegado bien o preguntarle del clima, alguna tontera así. El hecho es que solo quería saber cómo estaba, hasta creo que lo echaba de menos.

Al anochecer, decidí enviarle un texto informándole que las tareas ya habían sido concretadas y que podía quedarse tranquilo. Para mi desilusión, él solo contesto con un "Bien, gracias.", lo cual me pareció raro, pero decidí restarle importancia. Tal vez, estaría cansado.

Se hizo el viernes, día de mi encuentro con Paul. La ansiedad por verlo, me provocó sensaciones cálidas en todo el cuerpo desde que abrí mis ojos. No nos veíamos hacia bastante y, pese a ese final lamentable, aun estaban frescos en mi memoria nuestros momentos juntos.

Mis días con él fueron de los más excitantes. Tenía un gran poderío en la Costa Este, heredado de su padre, por supuesto. La familia poseía una cadena de hoteles en toda Norteamérica y América Central. No eran tan adinerados como los Dixon, mas disfrutaban de una gran reputación en su mundillo de empresarios.

Como Cafe con Chocolate (A Daryl Dixon Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora