Aki.

654 83 14
                                    

Oh.

Dos toques a la pantalla de su celular bastaron para darle un me gusta a la nueva foto que había subido Kai a sus redes sociales. Ésta vez, era el bonito diseño de un colorido tucán. ChanYeol sonrió estúpidamente a su aparato, realmente le enloquecía cada uno de los diseños que hacía aquel tatuador.

Dio un respingo cuando su perro ladró, corriendo alrededor del sofá y terminando por saltar a sus piernas. Su rabo se movía con agilidad, sus patas terminando por apoyarse sobre su pecho. A ChanYeol no le quedó de otra más que dejar su celular a un lado para acariciar al cachorro.

Una risa salió clara de sus labios cuando el perro lamió su rostro, claramente emocionado.


—Joder. Aki. ¿Qué te tiene tan emocionado?


Sí, Aki. Kai.

Sus intentos de esconder su fanatismo eran bien estúpidos.

El cachorro bajó de sus piernas, dando un par de vueltas en su propio eje una vez que llegó al suelo. Su cola seguía moviéndose animadamente y ChanYeol casi podía sentir la felicidad del animal. Volvió a reír cuando el perro ladró y salió corriendo. Ah, claro, quería que le siguiera.

No tardó demasiado en encontrar a su perro en el balcón de la habitación de SeHun. Aki tenía sus patas delanteras sobre la barandilla del lugar, moviendo su rabo mientras ladraba hacia el departamento de al lado.

Mierda. Eso podía traer problemas.


—¡Aki! Ven acá, perro.


ChanYeol frunció el ceño, haciendo un gesto con su mano en su dirección para indicarle al perro que se acercara, pero el cachorro le miró por unos segundos, dirigiéndole un ladrido antes de prestarle atención al balcón de los vecinos, nuevamente.

Oh. Perro del demonio.

ChanYeol apretó los labios y salió al balcón dispuesto a entrar al cachorro, pero una suave risa le recibió, y quedó estático en su lugar. Un pie en el balcón, el otro dentro de la habitación.


—¿Se llama Aki? Es una ternura.


La brisa se sintió cálida. Las olas del mar se escuchaban con suavidad, y la playa frente a ellos parecía deshabitada. Pero nada era más tranquilo que la sonrisa que JongIn tenía en ese momento.

El moreno estaba apoyado en la baranda de su balcón. Uno de sus brazos sirviendo de soporte para su cabeza, mientras que con la mano libre le daba ligeras caricias al cachorro. Cachorro que en todo momento utilizó su nariz para tocar la muñeca del moreno; quien claramente parecía encantado con el animal.

ChanYeol tragó saliva. No supo si fue por la iluminación a esa hora de la mañana, el aroma del mar o quizás la brisa, pero algo parecía hacer brillar a JongIn de una manera... Una manera difícil de explicar.

Dio una respingo en su lugar cuando JongIn dirigió la mirada hacia él, sus bonitos ojos ligeramente adormilados.

ChanYeol asintió, terminando por asomarse al balcón y pararse justo detrás del cachorro.


—Mh. Sí. Es que lo rescaté el mismo día que acepté mi fanatismo por alguien.


Paraíso.  [KaiYeol / ChanKai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora