Paraíso. [KaiYeol / ChanKai]

Verano.

—"Bienvenida de verano". ¿De qué se trata?

ChanYeol agitó el colorido y diminuto afiche que tenía en una de sus manos. Las letras color amarillo con un fondo de fuegos artificiales sólo decían "Bienvenida de verano" y el nombre de aquella pequeña y poco concurrida playa en la que, ahora, ChanYeol estaba viviendo.

Hace, quizás, unas dos horas atrás.

SeHun, su primo, se acercó a él sin soltar la botella de jugo de naranja que tenía en sus manos, el pequeño canasto con snacks quedando un poco más atrás. Su cabello naranjo le hacía competencia a aquel bebestible. ChanYeol no pudo evitar sonreír con cierto grado de burla que para su primo pasó inadvertido.

—Oh. Es una fiesta que se celebra en la playa el día que inicia el verano. Se supone que es para recibir a los turistas, pero como es un lugar tan poco conocido, son pocas las personas que llegan acá.

SeHun se encogió de hombros, una expresión de aburrimiento digna de admirar.

ChanYeol asintió con lentitud a las palabras de su primo antes de meter aquel colorido papel dentro del bolsillo de su chaqueta de mezclilla. Siguió a su primo hasta la caja del pequeño local, mirando sorprendido la forma en que SeHun y el cajero hacían un saludo con sus manos difícil de seguir. El cajero, con una chaqueta de pescador color verde puesta sobre su colorida vestimenta, tenía el contorno de los ojos de un llamativo color rojo. Su cabello castaño con mechones rubios por aquí y por allá estaba completamente desordenado, dando la sensación de que recién se había levantado.

A pesar de que ya eran las cinco de la tarde.

—¡Tienes el cabello rosa!

El cajero gritó emocionado mientras señalaba a ChanYeol con una de sus manos y con la otra pasaba los snacks para poder cobrarlos. Su lengua parecía rasposa. ¿Estaba drogado? ChanYeol rió con cierto grado de incomodidad mientras asentía. SeHun, por su parte, soltó una fuerte carcajada.

—Él es mi primo y ahora está viviendo conmigo. Desde ahora también le haces el descuento de tercera edad, eh.

—¡Como usted mande!

SeHun no dejaba de reír, incluso cuando las puertas de aquel mini mercado se abrieron automáticamente y ellos caminaron hacia el exterior después de pagar. ¿Qué había sido todo eso?

—¡Hermano! ¡Bienvenido al paraíso!

ChanYeol se dio media vuelta y se encontró con que el cajero se había subido a su silla y alzaba sus brazos hacia el cielo. La sonrisa amplia que tenía y sus ojos perdidos quién sabe dónde, le hicieron soltar una fuerte carcajada. ¿Dónde se había metido?

—Tendrás que irte acostumbrando, acá hay varios que se meten cosas extrañas al cuerpo.

ChanYeol rodó los ojos con las palabras de su primo. Su móvil vibró en el bolsillo trasero de su pantalón, y tuvo que hacer malabares con las bolsas para poder sacarlo de allí.