Estallido Amargo

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Es como si todo fuera una especie de sueño macabro. No recuerdo el momento exacto en el que empecé a sentirme así de desecha, siento que cada día que pasa es como una pesadilla creada particularmente para mi, echa para destrozarme, para romperme  en mil pedazos. Cada vez que recuerdo aquella noche en la piscina, se me encoge el corazón, el alma, la vida. Que me gustase alguien ya era una especie de milagro propio, pero, ¿Tenia que ser el? Esos ojos verdes que recuerdo mirándome tan perdidos como los míos, buscando una especie de explicación que no iba a llegar. Hoy en contra de mis principios he preferido quedarme en cama, no soy capaz de encontrar las fuerzas necesarias para salir de ella, es como si el mundo se derrumbase a pasos agigantados y mis brazos no fuesen lo suficiente fuertes para sostenerlo. Me hallo acurrucada en un lado de mi cama, con mi pijama a cuadros de color rojo y negro, abrazada a mi almohada, alguna lagrima se me ha tenido que escapar porque la noto húmeda al roce de mi mejilla.

-¿Pam? -la voz de mi padre me saca de mis pensamientos autodestructivos.

-¿Dime? -Inmediatamente carraspeo, mi voz a sonado como si miles de lijas se pasearan por mis cuerdas vocales.

-¿Te encuentras bien? -Veo que se sienta a mi espalda-. No es propio de ti quedarte en la cama hasta tan tarde.

-No mucho la verdad, pero creo que se me pasara -retengo una lagrima rebelde que amenaza con salir a la luz por mi lagrimal izquierdo.

-¿Estas en esos días? -por el rabillo del ojo veo como arquea una ceja, cualquier ciego vería que no esta muy cómodo pisando ese terreno desconocido.

-Es solo un bajón -me incorporo para mirarle a los ojos, tan similares a los míos, noto que se relaja tenuemente.

-Bien, ¿Recuerdas que teníamos un plan? Ya se que han pasado dos días desde que lo hablamos, pero, creo que es hora de ponerse las pilas.

-¿Han pasado ya dos días desde que fui a casa de Derek a cenar con madre?  -parpadeo perpleja-. Pensaba que había  pasado solo uno.

Me levanto de la cama, voy directa al armario, cojo unos vaqueros de color negro y un suéter gris, cojo ropa interior de color negro del cajón que hay a la derecha y unos calcetines del mismo tono, del siguiente. Sin decir nada, mi padre sabe que voy a darme una ducha rápida y que enseguida vuelvo a estar con el, lo que no intuye es que espero que el agua me purifique, que saque de mi todo aquello que me esta oprimiendo el corazón y apenas me deja respirar con tranquilidad. La ducha me ha ayudado a calmar un poco esa bola de sentimientos que tengo atravesada en el pecho, pero dudo que, hasta dentro de un tiempo se me deshaga. Mientras me seco el pelo, dejo que el calor del secador caliente mi piel, se que el frío que me recorre el cuerpo no se ira, pero ayuda, notar esa calidez, aunque sea pasajera me hace sentirme mas sosegada, también me doy cuenta de que tengo una melena demasiado larga, tal vez debería de ir a que me lo cortaran, me llega a media espalda ya. Cuando salgo del baño, mi padre ya me esta esperando en la entrada de mi casa, cojo mi abrigo, mi bufanda y salgo por la puerta de mi casa con mi padre detrás. De camino mi padre me explica algunas de las tareas rutinarias que hace la madre de Gabriel, me sorprende que se de largos paseos o que vaya a la cafetería de la esquina de  su calle a tomar café todas las tardes, pero la única forma que vemos capaz de que yo pueda subir a  su casa, es tropezándome con ella, cuando vuelva de la compra. Hace un día horrible, el cielo esta encapotado, si se pone a llover me tocara coger el autobús porque se me olvido el paraguas en casa. Espero paciente cerca de el portal de la casa de Gabriel, a que su madre tuerza la esquina cargada de bolsas, llevo esperando unos diez minutos, cuando la veo aparecer, echo a andar con los auriculares puestos en las orejas, cuando llego a su altura me choco de forma intencionada con ella.

-Oh, disculpe, no fue mi intención -me hago la sorprendida-. Es usted, la mujer de la pulsera.

-Anda, si eres la muchacha del centro comercial, tranquila no pasa nada, yo tampoco iba mirando por donde iba -se agacha a recoger la bolsa que se le ha caído, pero yo soy mas rápida.

Y por última vez, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora