Corazón frágil

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No sabría muy bien como definir la cara de Travis, me mira pero es como si no lo hiciera, su mueca de espanto es lo mas angustioso que he visto en mi vida, no es para menos, si el de la noticia es el, explicaría lo del fuego por todas partes y lo peor de todo, que esta muerto, eso significa que sus padres lo desconectaron, lo noto en sus ojos, refleja tanto dolor, tanta pena, no se cansaran, ni sudaran, ni nada por el estilo pero, si sienten, padecen con tanto sentimiento que tengo que apartar la vista de esos ojos que se asemejan tanto a los prados verdes y que ahora asoman con un reflejo de tormenta interior que arrasaria todo lo que esta a su alcance con un solo pestañeo.

-Travis, respira hondo, sabemos lo que significa esto pero -comenta mi padre en tono dulce.

-No, no lo sabeis -le interrumpe el.

-Se que significa que tus padres decidieron desconectarte, pero eso pasa a menudo, no es que te quisieran menos -mi mirada a de reflejar la pena que siento, porque su cara se torna seria.

-No, mirame -.se golpea fuerte el pecho- tengo tu edad, y en aquel entonces también, eso significa que fue hace poco Pam, a lo mejor por eso no recuerdo nada, porque no hay nada que recordar.

-Espera, no te precipites -se levanta y sale corriendo.

-Dejalo, ha de lograr asumirlo, debemos darle su espacio.

-Padre, ¿Tu has llorado desde que llevas esperando?

-He tenido muchas ganas, pero jamás he sido capaz de llorar, salvo al principio -me mira sorprendido por la pregunta.

-Pues yo juraria, que cuando ha salido corriendo, a roto a llorar.

Decido hacer fotocopias de las dos noticias, creo que si los miro en casa mas relajada a lo mejor veo algo que se me esté escapando de las manos, no puedo dejar de estar preocupada por el, llevamos una hora ahi esperando y buscando en internet pero como ya intuí antes, la búsqueda a acabado relacionada con ciervos, al golpear el teclado en ese momento la mirada de la bibliotecaria fue tan fulminante que decidí que ya era suficiente, Travis sabe la dirección de mi casa, al salir antes de ella se la hice repetir unas 52 veces hasta estar segura que no se le olvidaría, se que no se la puede preguntar a nadie, pero si sigue las calles podrá llegar sin problemas, a malas si se encuentra a otro en su situación podrá preguntar, ahora que no tenga recuerdos es mas lógico, una persona normal recuerda poco a esa edad, detalles, leves fragmentos, ni yo con toda esa inteligencia que me caracteriza soy capaz de recordar muchas cosas, si que a lo mejor un poco mas que el resto, gracias a ello, tengo recuerdos maravillosos de mi padre a los siete años, antes de que se muriera, recuerdo hacer puzzles con el, pero no el típico de veinte piezas mas grandes que el dedo gordo de un pie no, puzzles de mil piezas, se que muchas veces mi padre dejaba piezas muy obvias por colocar para que yo las viese y colocase en su sitio, tambien pintaba conmigo y mi madre, yo era un poco patosa a esa edad, pero ellos con toda la ternura de su corazón me decian que si seguia asi me convertiría en la proxima Miguel Angel. Cada vez tengo mas claro que el dia que se aparezca ante mi el causante de tanto mal intentando enmendar sus errores, yo se de uno al que le va a tocar perseguirme y rogarme que le ayude. Cuando acabo las fotocopias junto a mi padre decidimos irnos de la biblioteca pues ya ha pasado suficiente tiempo desde que se fue Travis por la puerta grande que hay a la entrada, si hubiera sido una persona normal de la furia que se reflejaba en sus ojos, hubiera pegado tal portazo que todos los libros de todas las estanterías de aquella impresionante biblioteca, o se hubieran caído de ellas o se hubieran desprendido de aquella capa de polvo tan peculiar que les caracteriza a los que llevan tanto tiempo alli que parecen olvidados, destinados a su olvido. Mi padre no me dice absolutamente nada sé que le está dando vueltas y mas vueltas a todo lo acontecido recientemente, sé que tiene que ser muy duro para él revivir aquellos momentos pero, sé que también está preocupado por Travis pues hace ya como unas cuatro horas que no sabemos nada de él, a lo mejor al regresar a casa nos está esperando sentado en el sofá o en el mismo rellano dubitativo en si entrar o no debido a cómo se había comportado en la biblioteca, la forma en la que se había marchado dejándonos a nosotros allí boquiabiertos y con la mirada un tanto confusa. No puedo sentirme furiosa con él, solo conmigo misma por no haber sido capaz de lograr calmarlo, de por lo menos suavizar el momento hacérselo más llevadero, hay algo dentro de mí, que me hace verlo aún como aquel niño asustado envuelto en aquel fatídico incendio que a mí me robó tanto pero sin embargo a él le ha robado muchísimo más, le ha robado su pasado, su presente y su futuro, eso hace que cada vez aborrezca más la idea de ayudar a aquella persona culpable de todo esto, que la ayude otra persona, yo dudo si quiera que quiera conocerla.

Y por última vez, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora