Ave fénix

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Se me debe de haber quedado la típica cara de "estas mal de la azotea" porque Travis ha pasado de mirarme con cara sorprendida a hacerlo de forma incómoda desde el umbral de mi puerta, pero todavía estoy intentando digerir las palabras que acaba de pronunciar hace cosa ya de dos minutos que se me estan haciendo eternos.

-¿Mi puerta? -carezco casi de aliento.

-Creeme que estoy tan sorprendido como tu, pero la reconocí por esa estrella -.la señala- antes de irme estuve un buen rato mirándola, pero como no oi a nadie a través de ella me fui y ahi me perdí por las calles hasta que me viste.

-¿Porque no entras Pam? -mi madre.

Le hago señas para que entre de forma disimulada para que mi madre, la cual se alla asomada mirándome con cara rara no lo haga mas aún. Mi madre me habla de forma rápida indicándome que puedo pedirme lo que quiera para comer o que me haga algo que haya en la nevera, que si me noto algo extraño que no dude en llamarla, que ella se va a trabajar y después a comprar, que estará casi todo el día fuera, eso me ayudara a la hora de poder hablar del tema de la puerta con mi padre y el, tener a mi madre por alli rondando lo haria mucho mas difícil, cuando ya a cogido unas cuantas cosas se despide de mi y se va, yo voy a por el teléfono fijo inalámbrico, marco el teléfono del restaurante chino al que solemos ir Laura y yo y cuando el hombre que por la voz se que es el recepcionista me atiende, le pido un par de rollitos de primavera, arroz tres delicias y salsa agridulce, mucha salsa agridulce. Oigo que mi padre está hablando con Travis en el salón, mi padre no para de hacerle preguntas que el no le puede responder. Cuando traen la comida china, pago al repartidor mientras aspiro ese olor tan característico lleno de especias que me abre el apetito de una forma voraz, cuando llego al comedor con la cena mi padre hace una mueca y Travis aspira con fuerza.

-Mmm... Huele muy bien -comenta Travis.

-Lo malo de esta situación esque no necesitamos comer, no tenemos hambre nunca.

-¿Tu no? -lo mira extrañado.

-¿Tu si? -le responde mi padre.

-Oh, yo si -les respondo a ambos atacando mi rollito de primavera embadurnado de salsa, sonríen.

Durante la comida mi padre y yo intentamos que Travis nos aclare el tema puerta sin ningun resultado, no recuerda nada antes de eso, todo lo tiene negro según el, mi padre explica que a lo mejor alguien de mi rellano o de mi círculo social necesita ayuda de el, que lo conocen, pero como lo que se llama sociable yo no soy, mis amigos se resumen en Laura y mi madre, eso solo nos deja a mi amiga como supuesto pendiente, pero no veo en que puede ayudarla, siempre la he visto alegre y despreocupada, solo la he visto en dos ocasiones de tal forma que podrias llegar a pensar que le va a dar una especie de ataque, la primera fue cuando me conoció y la segunda ayer en el hospital cuando me vio medio amoratada y vendada, eso me recuerda que tengo un aspecto horrible, incluso desastroso, pero yo me siento pletórica, claro esta que los analgésicos ayudan a que el brazo no me moleste, muchas veces ni me acuerdo que tengo el antebrazo escayolado solo cuando intento ayudarme con el brazo izquierdo, ahi me noto torpe, la torpeza no es algo malo pero en mi me agobia, noto como mi padre me mira de reojo como esperando a que le pida ayuda para servirme agua o para coger el cuenco del arroz mientras lo cojo con los palillos para metermelos en la boca pero me rehuso a pedir ayuda a nadie. Tengo la sensación de que encerrados en casa no averiguaremos nada asi que decido que ir a dar una vuelta a lo mejor puede llegar a desvelar algo en la mente oscura del pobre Travis que cada vez parece entender menos. Una vez limpio lo que he ensuciado al comer cojo mi abrigo y nos encaminamos a la calle, vamos dando vueltas y cuando estamos en parque veo unos columpios vacíos y me siento en uno de ellos mis dos acompañantes me alcanzan y se me quedan mirando como sin comprender porque me he sentado.

Y por última vez, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora