Capítulo 11.

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Jaime's POV.

  No estaba seguro de confiar en ella. Nada de lo que decía tenía lógica alguna, pero preferí arriesgarme.

  - ¿Que hacemos? - pregunté.

  Ella estaba sentada en el asiento del copiloto, mientras que yo estaba en el asiento del volante sin arrancar.

  - ¿Eh?

  - Ah, lo siento, me he distraído.

  - ¿Y bien...?

  - No se. Le puedo llamar y probar.

  Asentí.

  Sacó su móvil del bolso que llevaba, y buscó un número en los contactos del móvil. Se puso el móvil en el oído y espero.

   - Soy yo...

   Su color de la cara empezó a cambiar de color, y empezó a palidecer. Hasta que colgó, y se quedó mirando hipnotizada hacia la luna del coche.

  - ¿Que te ha dicho? ¿Estas bien?

  - Esta aquí, nos vigila, sabe quien eres, y sabe lo que te he contado.

  - ¿Qué?

  - Tu hermana esta viva.

  Cada minuto y cada segundo que pasaba con esta chica, todo se me hacía más raro. Pero confiaba en ella, era la única persona que me podía dar oportunidades de saber el estado de mi hermana, y también, de encontrarla.

  Ana's POV.

  Tiré las bolsas al suelo de mi habitación y salté sobre la cama, hasta acabar tumbada. No tenía muchas opciones que hacer, así que permanecí tumbada un buen rato, hasta que me levanté, y saqué la ropa de las bolsas y la puse en mi armario.

  Rechazaba cualquier pensamiento que acudía a mi cabeza sobre las conversaciones que había tenido esta tarde con Gonzalo, lo único que hacían estos pensamientos o recuerdos, eran autolesionarme.

  Me puse el pijama, y sin decirle nada a mis padres me metí en la cama. Me tapé con las sabanas, me reconfortaban.

  Recuerdos de la tarde venían a mi cabeza, sobre todo las conversaciones con Gonzalo sobre Celia.

  Según él, todo iba a salir bien, Celia iba a salir de donde estuviera, y todo iba a ser como antes, era muy positivo. Yo no lo veía de esa manera, algo me decía que iba salir bien pero otra cosa me decía que tenía que acostumbrarme a no volver a ver.

  Me iba quedando cada vez más dormida, cayendo en un sueño profundo, en el que aparecían bolsas de compras, tabaco, y lágrimas, muchas lágrimas.

  Celia's POV

  Era la hora de escapar, el momento de salir al exterior, de volver a ser libre. Siendo sincera, no confiaba en escapar de ahí esa noche, pero quien no arriesga no gana.

  - Vamos Celia es la hora.

  Me levanté del suelo y cogí la linterna y apunté hacia la puerta, mientras Magui iba probando cada una de las llaves que teníamos. Una encajó.

  - Bien, ahora tenemos que ir hacia la izquierda - dijo, intentando disimular la sonrisa que se escapaba entre sus labios -. Apaga esa luz.

  Asentí y apagué la linterna, hizo un pequeño ruido al abrir la puerta, y los reflejos de una leve luz se colaban por las ventanas de aquel sótano extraño.

  Nos dirigimos hacia la izquierda, y Magui sacó del llavero la llave que había usado, y me la dió como acordamos. Nos encontramos con dos puertas más que abrimos, y ya estábamos cansadas, agotadas. Era demasiado para nuestros diminutos cuerpos desnutridos por la falta de alimento, y las torturas soportadas en estos días.

  - ¿Bien? - dijo Magui apoyándose en la pared.

  - Sí, no nos podemos permitir pararnos.

  Subió su mirada dirigida al suelo, y la puso sobre mi.

  - No puedo más, habremos corrido dos kilómetros de pasillos en menos de diez minutos, es un esfuerzo físico muy grande, nos mereces un pequeño descanso.

  - Cuando salgamos de este infierno, podrás descansar en el sofá de casa viendo la tele con tu familia.

  Me asombré de mi misma por el tono que salió de mi boca, pero soné bastante convincente.

  - Tienes razón.

  Seguimos corriendo, probando llaves, sin permitirnos ni un solo descanso. Hasta por fin abrir la última puerta, nos quedaban un montón de llaves, pero nas tiramos al suelo. Salimos por esa puerta, por esa última puerta y empezamos a correr en dirección hacia una arboleda.

  Nos quedaba un buen tramo, en realidad no estaba muy segura, ya que era de noche y no se apreciaba bien la distancia.

  Oí un estruendo, como una puerta golpeando una pared y miré a Magui que también me estaba mirando con aire interrogante, aun así, seguimos corriendo.

  - ¡No os escapareis fácilmente! - una voz masculina gritaba a unos metro detrás de nosotras.

  Ni Magui ni yo giramos la cabeza, pero empecé a correr con más ímpetu, hasta colocarme como mínimo a un metro por delante de Magui. Un ruido de disparo fue lo que hizo girar la cabeza y ver a Magui tirada en el suelo.

  - Corre, corre - gritaba Magui entre su agonía por el disparo.

 

 

 

Amor de hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora