#13: CUENTA REGRESIVA

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''Bien cariño, ya puedes acomodarte tu camiseta'' la amable enfermera le tendió una servilleta de papel al moreno, que le echó una mirada curiosa al monitor del aparato antes de limpiarse el estómago.

Liam rodeó la curvada cintura desde atrás, depositando un beso dulce en el pelo negro en espera de algún veredicto por parte de la mujer. 

Habían transcurrido dos largos meses repletos de antojos incontrolables, discusiones ilógicas, largas visitas al centro comercial, biberones, cunas, pijamas a juego... Aquello último por supuesto fue una ocurrencia de Louis, aunque al final los futuros padres no pudieron contenerse la ternura que ese par de ropitas combinadas podría provocarle a cualquiera.

Las cosas en el departamento definitivamente dieron un giro total. El cuarto que utilizaban para guardar pertenencias viejas fue pintado de un bonito celeste, en el suelo descansaba una alfombra blanca de algodón, las cunas de los bebés eran el centro de atención allí, junto a todos los otros interminables artículos que el castaño insistió en comprar.

Era de admitir que ni siquiera se preocuparon por preparar una pequeña celebración en honor al nacimiento de los gemelos porque el grandulón se había convertido en un comprador compulsivo y a penas contaban con el espacio suficiente para guardar un mísero pañal.

Bien hecho, Liam, asfixiarás a nuestros hijos en juguetes el menor no dejaba de decirse a sí mismo mientras dirigía una sonrisa fingida hacia el ojicafé. Su novio era un idiota, pero debía amarlo.

"¿Y?" la voz de Liam lo sacó de sus pensamientos, sintió los fuertes dedos apretarse alrededor de los suyos sobre su regazo en espera del veredicto final.

La castaña revisó la tabla que llevaba en las manos y tras desplazar la vista por todo el contenido, reveló:
"Los bebés están en perfecto estado" la parejita lanzó un suspiro de alivio casi al unísono, gracias al Cielo los chiquillos no habían presentado ninguna anormalidad durante el proceso de gestación y se creían incapaces de esperar un mes más para conocer a esas pequeñas criaturas.

"¿Cuándo nacerán?" Zayn inquirió, dejándose llevar por la curiosidad.

La mujer uniformada le sonrió, pensándose la respuesta por un momento.
"La cesárea está programada para el ocho de septiembre, aunque siempre existe la probabilidad de que nazcan antes."

Ambos asintieron, Zayn luciendo preocupado por razones que ni siquiera él mismo conocía del todo, y Liam vibrando de emoción porque faltaba poco para tener a sus angelitos entre los brazos.

La adorable alcoba estaba lista para recibir al par de polluelos desde hacía seis semanas atrás, cuando Liam decidió que llevarse toda el área de bebés del centro comercial a casa sería buena idea y terminó preparando el lugar en tan sólo tres días.

El moreno había estado algo decaído los últimos meses, comiendo bocados ligeros, durmiendo demasiado tiempo, conversando poco y dándole la espalda a Liam algunas noches a la hora de dormir.

Por supuesto, el grandulón siempre lo abrazaba desde atrás, depositando besos dulces en su cuello y recordándole cuánto lo amaba, pero él parecía estar... Apagado.

Fue aquella misma tarde, cuando después de la cita médica el castaño halló a su novio en el bonito aposento, sentado en el centro de la moqueta blanca simplemente observando un punto de la ventana en completo silencio.

Payne se quedó recargado contra el marco de la puerta durante unos segundos, prestándole total atención al azabache y fue incapaz de no acercarse a él, hincándose en el suelo para envolverlo en un cálido abrazo que el ojimiel recibió sin vacilar.

Zayn (no) está embarazado [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora