Amor entre miradas - Capítulo 9.

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Me encontraba en la cafetería tomando un capuchino bien caliente para que me despertara

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Me encontraba en la cafetería tomando un capuchino bien caliente para que me despertara.  Observé el reloj de pared que marcaba las siete y media, es temprano, lo sé, pero no entiendo porque razón me desperté a esta hora. 
Oí el abrir de la puerta, desvié los ojos y observé que entraba Dante ¿Qué hacía tan temprano levantado?
Desvió los ojos hacia mi y de inmediato volví los míos hacia la taza. Se sentó en la barra y por puras casualidades también Vergil entraba a la cafetería. 

Maldición...

Maldije mentalmente cruzándome de brazos. 
Tenía a ambos gemelos uno en la barra y el otro en una mesa delante de mi, esto no puede ir peor. 
-Hey Nero-oí, voltee a observar que era Credo, por suerte me había salvado-¿Cómo estás?-preguntó rozando una mano sobre mi cabeza. 
-Bien-dije entre risas, Credo es como mi hermano mayor, siempre a estado conmigo desde el principio protegiéndome, pero a veces es un tanto regañador.
-¿Qué haces tán temprano despierto?-preguntó sentándose frente de mi. 
-No podía seguir durmiendo-respondí llevando una mano por los cabellos. 
-¿Nero no puede dormir?-preguntó asombrado-eso no es de ti-agregó por último soltando una sonrisa irónica. 
-Tal cuál-asentí riendo. 
Credo y Kyrie eran las personas que siempre me sacan una sonrisa en cualquier situación, y en este momento lo necesitaba. 
-¿Y cómo estás tú?-pregunté curioso. 
-Bien, algo agotado. Ya sabes, ser jefe de la orden de la espada no es fácil-respondió entre suspiro. 
-Luego de vencer a Sanctus tienes un papel más importante-comenté soltando una sonrisa. 
-Si no fuera por ti Nero, no me hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo bajo las órdenes de Sanctus, gracias-dijo soltando una sonrisa. 
-No es nada, solo cuido a los que quiero-dije devolviéndole la sonrisa. 
-Iré al baño, ahora vuelvo-avisó levantándose y abandonando la mesa. 
Solté un suspiro y observé hacia dónde se encontraba Dante, me estaba observando. 

Maldición... deja de mirarme.

Pensé desviando los ojos con un leve sonrojo, por sorpresa Vergil también me observaba, esto era realmente incómodo. Quería que la tierra me tragara y me escupiera, no sé... ¡En China!

Maldición, maldición, maldición.

Maldecía una y otra vez dentro de mi, el único lugar que podía mirar era hacia la mesa.
-Hey nene-llamó Dante sentándose delante de mi, levanté la cabeza y observé, no debía decir nada. Ya con la expresión de mi rostro de "lárgate" era más que suficiente.
-Hoy habrá una misión-informó, mientras hablaba solo asentía con la cabeza con la más mínima importancia de lo que decía. 
-Y irás conmigo-apareció Vergil, abrí los ojos de par en par. 
-¡Que!-observó Dante.
-Nero vendrá conmigo a esta misión, mientras tú te quedas arreglando algunos papeleos en la oficina ¿No es buena idea?
Dante no sabía que responder y menos yo. 
-Bueno, bueno, tenemos invitados-comentó apareciendo Credo. 

Gracias...

Pensé agradecido de que volviera.
-Hablando de Roma-comentó Dante. 
-No, esa es tú especie Dante, no te confundas-contraatacó Credo soltando una sonrisa. 
-Está en lo cierto-comentó Vergil. 
-¡¿Ahora los dos me van a atacar?!-inquirió.
-Maldición-maldije por debajo y  dejé caer la cabeza sobre la mesa. 
Esta tarde iré a una misión y lo peor es que tardaré algunos días en volver, preparé mis cosas y fui directo al local.
Al entrar observé que Dante se hallaba sentado sobre su escritorio. 
-Nero-observó. 

¿Desde cuando me dice mi nombre?

Pensé confuso, siempre es de decirme "nene" cómo un apodo de cariño, que a pesar de parecerme ridículo, me agradaba.
-Dante-nombré observándolo también. Se levantó de su escritorio y acercó a mi oído. 
-Ten cuidado-susurró mientras presionaba una de mis manos. 
Lo observé sonrojado, veía en su rostro una expresión de tristeza ¿Dante triste? Debe ser mi imaginación, se apartó de mi cuando oyó a Vergil bajar las escaleras. 
-¿Estás preparado?-preguntó observándome el mayor.
-Si-respondí asintiendo. 
-Bien, es hora de irnos-comentó observando hacia Dante. 
-De acuerdo, tengan cuidado-dijo el viejo leyendo una revista. 
-No te preocupes, protegeré muy bien de Nero-comentó posando una mano sobre mi cabeza. 
Dante observó la revista ocultando su rostro bajo sus cabellos azabaches ¿Qué le sucedía?

Entre dos amores - DantexNeroxVergil. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora