Hace unos siete años atrás, existía una pareja que cada fin de semana subía al mismo lugar para observar toda la ciudad, los veías caminar sonriendo hasta antes del ocaso.
La caserita de la esquina, una persona mayorcita, muy conocida por los vecinos de la zona les esperaba por costumbre con lo que siempre le compraban: un poco de maiz tostado, su refrescó de moconchinchi, y unos chocolates.La pareja le mostraba a la caserita, las fotos que sacaban al bajar, a modo de esperar movilidad o "hacer hora", como ellos decían.
A momentos compraban algo para comer y hacer compañía a su caserita, días después de su última visita empezaron los disturbios.
Muchos ni salían de casa, el hambre acechaba las casas más humildes. Por la radio solo escuchabas interferencia en las nochesLa viejita salió ese 24 de octubre un poco tarde, escuchaba sirenas por todo lado, más que otros días. De lejos se veía humo por una de las carreteras de ingreso a la ciudad, a veces las balas silbaban en el aire buscando una próxima víctima.
Esta caserita tenía en su recuerdo a su esposo fallecido, el cual rodaba las mejillas en un silencioso te extraño.
Ese recuerdo de verlo llegar en ambulancia rondaba ese momento. Su esposo llegó desde el Chaco, con una sabana ensangrentada y al tomarle la mano diera un último suspiro.
De pronto escuchó disparos cerca de donde estaba , los cuales le sacaron de ese recuerdo, los vecinos salieron gritando que una bala sin rumbo había alcanzado a una pareja que subía esa calle empinada. Se escuchó la sirena de la ambulancia. Se puso de repente, música de velorio.
La caserita vio la hora y sus clientes no aparecían. Ya era tarde, estaba por ocultarse el sol con unas nubes rojo carmesí que teñía el cielo antes del último adiós del sol. En ese momento miró a sus espaldas y vio a la pareja llegar con un niño, muy alegres, el niño saltaba despreocupado por toda la calle, se acercaron a la caserita, pagaron con un billete de 200 bs y subieron apurados antes de que el sol desaparezca.
La caserita los esperó, ya las estrellas iluminaban su casita a lo lejos y la luna resplandeciente.
Ya era como las siete y el guardia del lugar bajaba con pasos cansíos y todo quemado por estar ahí todo el día. Se acercó a la caserita y le preguntó por qué estaba hasta esa hora. Ella le respondió: espero a la pareja con su hijo que subieron, y él, algo consternado dijo que no había nadie arriba, la única pareja que subió, murió en la tarde.
El guardia le dijo que no había tampoco un niño, pero las veces que hablaba con esa pareja, ellos le contaban que ella perdió un hijo hace años en un accidente, desde esa fecha van ahí para ver la primera estrella y recordar a su hijo.
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Historias entre las Calles de La Paz
ParanormalRelatos entre las calles de la ciudad de La Paz. Amores que por momentos son trágicos, otros con vivencias en el presente que nos llevan a lugares muy conocidos.