Capítulo 4

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N/A: No lo he revisado, así que perdonad si tengo muchos errores…

Gracias por las reviews y por pararos a leer un ratito este fic no tan agradable.

Buenas noches!
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-Señorita Beckett, este es un claro ejemplo de que no debemos conformarnos con la opinión de médicos acostumbrados a firmar recetas, quiero decir, médicos novatos que intentan acertar, para su propia satisfacción y lo único que así consiguen es cometer errores. Esto, ante lo que estamos es una ciencia que todavía, desgraciadamente, no controlamos, no tiene nada que ver con un problema de vista u otra pequeña cosa sin importancia, como le habían dado a entender. Estamos ante un tumor, un tumor cancerígeno maligno, que tal como ahora mismo se encuentra, no le puedo decir si tiene o no tiene remedio. Como ya supongo que sabrá, el cáncer es una enfermedad mortal, de hecho, cuando viene fuerte no hay, prácticamente, nada que hacer, pero no es que diga que este caso sea mortal. El cáncer es una enfermedad de las más peligrosas, una enfermedad que ante todo se vence psicológicamente, bueno, también, la química tiene que jugar un importante papel; las duras quimioterapias que van a destrozar a la pequeña, porque la quimio no es más que un veneno, un veneno cuya única finalidad debería ser matar a las células cancerígenas, pero, por desgracia, mata todo lo que a su paso encuentra. Por esto, deberá acompañar las quimioterapias con un tratamiento aparte que le servirá para recuperar todo lo que en ellas va a perder, es decir, que con la quimio va a perder muchas defensas, vitaminas, hierro, etc. La clave está en las intenciones que la enfermedad traiga.

El rostro de Katherine, ya de por sí pálido, se mantuvo petrificado, durante unos segundos, perdido, mirando a un punto fijo en el horizonte, que allí, precisamente, no existía, pero para ella sí. De fondo, se seguía escuchando los comentarios del doctor Adolf Smith. Como esas veces en las que nos quedamos mirando algo, pero pensando y hurgando en otra cosa, y lo perdemos de la visión óptica, lo visible dio paso a lo turbio. La desesperación, en poco tiempo, quedó perfectamente reflejada en la cara de aquella persona inocente.

Toda esta reacción, en cierto modo normal, se vio interrumpida por una pequeña palmada que el doctor se vio obligado a dar, al ver que Kate hacía caso omiso a sus explicaciones.

XXX

-¡Kate! -exclamo, zarandeándola con más fuerza. Veo que abre los ojos, sentándose con la respiración aún agitada. –Estabas teniendo una pesadilla. –Le digo cuando sus ojos se clavan en los míos. Ella asiente y veo cómo sus manos tiemblan, se lleva una a la cara para retirarse el pelo que le cae por uno de los lados.

Hace un rato que se quedó dormida en mis brazos mientras algún que otro sollozo escapaba de su boca.

-Estaba… estaba –se lleva la misma mano a la boca, cubriéndosela con sus dedos aun sacudiéndose. –He soñado con el día –La miro un poco confundido, pues no sé a qué se refiere –el día que me dijeron que mi hija tenía cáncer –termina de decir con la voz completamente rota. Aprieto los labios, no sé qué decir. No encuentro las palabras adecuados pero en estos casos no existe una frase ni nada que ayude. Me vuelvo a acercar a ella y paso un brazo alrededor de sus hombros.

-Shhh –susurro cuando empieza de nuevo a llorar. –Va a estar bien –digo, pero, la verdad, es que después de las últimas noticias, no sé si lo digo para convencerla a ella o a mí.

XXX

Llevamos dos días viviendo en casa de Castle, pensaba que me iba a ser más duro pero, Rick, se ha preocupado por que no sintamos como en casa y, así, está siendo. Aunque, claro, no es mi casa y saber que él duerme en el sofá para dejarme a mí dormir en la cama… me hace sentir mal.

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