Del sauce llorón una almendra se cayó

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N/A: Hola! cómo están? les traigo un nuevo capítulo bastante emmm... fumado xd :D

Quiero darles las gracias a todas las personitas que decidieron continuar conmigo en esta secuela, de verdad, lo aprecio muchísimo.

Disculpen cualquier dedazo, me dio flojera revisarlo y esas vainas :v

Querida yo: me caes mal :D


Los chicos de Calpurnia permanecieron un largo tiempo en las bandas de equipaje con la esperanza de encontrar sus instrumentos, a sabiendas que era imposible. Aquello les sirvió para convencerse de lo ocurrido, quitarlo del panorama y concentrarse en buscar una solución, pero no podían hacer mucho sin Diana. Era la única que tenía el contacto con la gente que los apoyaría en su visita a México —guías, intérpretes—, sin embargo, seguía llorando. Malcolm la consoló diciéndole que era una perdida material, todas las personas cometen errores y no había de qué preocuparse.

—Tienes razón amigo, nuestro concierto se fue a la mierda ¡No hay de qué preocuparse! Es más, que se vaya a tomar un descansito porque este trabajo es mucho para ella —dijo Ayla, harta de escuchar los sollozos de Diana.

Ayla tenía unas ganas inmensas de asesinarla, Finn deseaba lo mismo en lo profundo de su ser y reconoció algunos impulsos suyos en su amiga.

Los guitarristas fueron los más afectados con la perdida puesto que sus instrumentos tenían un fuerte valor sentimental para ellos.

Dos guitarras fueron su primera adquisición, respectivamente; donde más allá de acordes, encontraron sueños y forjaron metas. El esfuerzo para conseguirlas había sido monumental para los Wolfhard y los Tesler-Mabe y, sin embargo, había sido placentero para ambos matrimonios ahorrar cada semana para ver felicidad en los rostros tiernos de sus pequeños de once años.

La segunda guitarra de Ayla era reflejo de sus grandes habilidades con el instrumento. Ganó el concurso de improvisación que organizó Berklee, obteniendo así la maravillosa Gibson ES-390.

Y para Finn, la segunda guitarra eléctrica que llegó a su vida era la de sus sueños; un regalo de su novia. Era su favorita y cada vez que la tocaba, miles de emociones explotaban en su ser. Cada concierto de la gira empezaba con el rasgueo de la Fender Mustang y de esta forma los nervios desaparecían porque sentía a Millie un poco más cerca. Incluso si cerraba los ojos, podía verla su lado, mirándole embelesada, con amor y admiración. Finn no tenía valor para hablarle a su novia y contarle la desgracia ocurrida, además, no quería interrumpir su tranquilidad con un problema cuya solución estaba fuera de sus manos. Finn no podía adivinar su reacción, pero sabía que si fuese negativa él jamás se enteraría y en su lugar, recibiría un discurso alentador como el de Malcolm a Diana.

El otro par de guitarras las habían comprado con su primer cheque de regalías por la venta del primer disco de Calpurnia. Eran las mejores del mercado y Finn temía no encontrarlas en México. Si fuese el caso, esperaba encontrar unas equivalentes. El show debía realizarse pese  a la orden de Joe Keery.

Finn ya estaba exasperado, todo se había paralizado pero el tiempo seguía corriendo y la probabilidad de resolver la problemática se desvanecía cada segundo. El muchacho se acercó a la manager, se tragó los reclamos y dijo:

—Deja de llorar —no fue tan amable—. Perdona si fui muy duro contigo, pero ponte en mi lugar, este concierto es muy importante para el grupo y no pienso cancelarlo.

Diana se restregó los ojos y centró su atención en el muchacho. Había culpabilidad en su semblante, realmente estaba afectada con lo sucedido, además, había algo sombrío en su rostro, era como si alguien hubiese muerto, muy importante para Diana, o algo semejante. Finn no lo comprendía, pero tampoco le importó demasiado.

Palabras para regalar [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora