Epílogo; Hasta mi final

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—Ellos son guapos, talentosos, simpatiquísimos. Han venido a presentarnos el primer sencillo de su nuevo disco «The Circus».

—Pero no vienen solos —añadió la otra conductora rubia mostrando su linda sonrisa a la cámara— Vienen acompañados de un aclamado cantante que ha liderado todas las listas de popularidad de la industria musical en los últimos años.

—En efecto, mi querida Anne. Esta noche tenemos el honor de presentar a Calpurnia y a Chosen Jacobs con el tema «The rain will fall».

El plató rompió en aplausos. Las fans afortunadas de poder ver en directo a la banda manifestaron su emoción a voz de cuello. La canción empezó con un suave rasgueo de guitarra acústica acompañado de melismas perfectamente ejecutados por parte de Chosen, apoyando los acordes que Finn tocaba. La primera estrofa la cantó Chosen, la segunda, la cantó con Finn a dos voces. El coro lo hizo la voz del guitarrista. Calpurnia y Chosen hacían una mezcla peculiar pero agradable a los sentidos. La canción era preciosa, a más de uno se le llenaron los ojos de lágrimas. Todo resultaba emotivo, con una fuerza que llegaba directo al corazón gracias a los solos de guitarra de Ayla. Un sonido potente, nostálgico... En esa noche, Calpurnia y Chosen hicieron magia.

La canción terminó y los anfitriones mandaron a corte comercial. Al volver habría una entrevista con los cinco músicos, en tanto, éstos se abrazaron celebrando la maravillosa presentación del sencillo.

—¿Cómo lo hice? —Chosen le preguntó a Ayla al tiempo que se abrazaban. El muchacho sentía unas ganas terribles de tener la aceptación de la guitarrista. La admiraba, nunca había conocido en su vida a alguien que tocase en directo justo como se escuchaba en la grabación del disco. La ejecución de Ayla era perfecta. Siempre perfecta.

—Lo hiciste genial, chico malo.

—¿Te ha gustado?

—¡Muchísimo! —aseguró Ayla con un gritito— Cantas genial.

Junto a las cámaras, Joe continuaba aplaudiendo, se parecía a un mono de juguete al cual le han dado mucha cuerda. A su lado, Diana dejó de sonreír cuando reparó en la forma en la que Ayla y Chosen se miraban.








Años después.









—Aquí viene...

Finn Wolfhard adoptó una postura erguida, se acomodó el nudo de la corbata y tragó saliva al tiempo que la orquesta de cámara ejecutaba «Canon de Pachelbel» y se abrían las puertas de la catedral para darle la bienvenida a la novia.

Millie Brown se alisó por ultima vez su largo vestido, respiró hondo e ingresó a la catedral por el largo sendero que conducía al altar al compás de la melodía que reverberaba con dulzura y elegancia. Los invitados a la ceremonia miraban embelesados a la pianista. Se veía hermosa, Finn se sentía orgulloso de ella, y le llenaba de alegría el que todos pudiesen apreciar lo bella que estaba para este día.

Pronto, su historia de amor pasó ante los ojos del guitarrista y la pianista como una película muda, antigua, en blanco y negro. Los dos sonrieron cuando sus miradas se cruzaron y sus mejillas se tiñeron de un brillante color rojizo porque, aunque los años habían pasado, se sentían irremediablemente enamorados del otro.

Palabras para regalar [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora