Los recuerdos con espinas dirán que te he roto el corazón

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N/A: Esto es una kk <--- extrañaba decirlo ay :3

Gracias por las 2k lecturas jiji

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—Millie, amorcito ¿Estás escuchándome? —el guitarrista se arrodilló y tomó el mentón de la pianista para establecer contacto visual.

Pero ella le veía sin mirar, le oía sin escuchar, estaba ausente y no era capaz de controlar su llanto silencioso. Finn no soportaba verla de ese modo, su corazón se estrujó y si bien las palabras que le había dicho no causaban efecto en ella, sus actos lo harían. Siempre lo hacían...

Abrazó a su Millie y depositó en su mejilla tantos besos como estrellas en el cielo. Peinó su cabello con calma, dedicándole su amor en cada caricia. Finn cerró los ojos, deseó encontrarse en otro escenario, digno de cuentos de hadas para su reencuentro porque lo merecían... Pero se encargaron de arrebatárselos sin poder hacer nada por él. Sólo quedaban los esfuerzos del guitarrista para rescatar lo más bonito que tenía en su vida.

De pronto, las manos temblorosas de la pianista ascendieron por la espalda del muchacho en un lento recorrido y se aferraron a sus hombros.

—Te amo más de lo que puedo expresar —dijo Finn. Incluso su voz se volvía frágil ante ese sentimiento.

La pianista emitió un gran sollozo y luego de tanto tiempo impasible, hundió el rostro en el cuello de Finn, aspirando su exquisita esencia natural. Los vellitos de esa zona se erizaron y él sonrió. Aquella sensación fue gloriosa, hacía tantas semanas que no le sucedía y ahora que Millie se encargaba de traerla de vuelta, no quiso alejarse nunca más de su lado.

—Confía en mí, preciosa. Te amo y te adoro. Antes de hacerte daño prefiero morir.

Pronto, Millie se separó y tragó saliva. Se instaló en los ojos del guitarrista y con semblante dolorido, le preguntó:

—¿Eso le dijiste a Izabela cuando estaban en Vancouver? —tomó a Finn desprevenido y al no obtener respuesta, continuó: — Cuando te la pasabas día y noche pensando en mi desde la carta... ¿Le dijiste que tu amor por ella era verdadero?

Lo hizo, sí, pero no podía admitirlo en voz alta pues no entendía por qué Millie tocaba ese tema.

—¿Le pediste que no terminaran su relación cuando regresó al conservatorio? —siguió ella.

—Francamente no sé a qué viene todo esto, amorcito.

—Tal vez esa historia se está repitiendo.

—Millie, sigo sin saber a qué te refieres.

La pianista apartó la mirada...

—Ya nos reíamos de nuestro primer beso, pero cuando sucedió, creí que tenías miedo de estar solo; necesitabas llenar el vacío que dejó Izabela —Millie se mordió el labio inferior pues no dejaba de temblarle.

—¿Insinúas que...?

—Te llevó muy poco tiempo enamorarte de mi —interrumpió Millie haciendo un gran esfuerzo para dejar de llorar—, sueles enamorarte con facilidad.

—¿Piensas que me enamoré de Diana? —preguntó Finn sin poder creerlo.

—Lo único que te pido es que no intentes jugar con dos barajas a la vez por miedo a perder. Si ya no me quieres en tu vida, dímelo, por favor —musitó eso último. Aparentemente, el dolor estaba consumiendo su voz.

El guitarrista negó con la cabeza pues aquello era algo que jamás haría. Millie le daba sentido a su existencia, por ella se empeñaba en ser mejor persona, cada mañana agradecía a los cielos por un nuevo día a su lado, sintiéndose bendecido; Millie lo hacía brillar y esa luz le permitía vislumbrar el camino en los sitios más oscuros. Millie era su fortaleza y esperanza.

Palabras para regalar [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora