Lo que ataca por la espalda mientras te mira a los ojos

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N/A: Una disculpa a quienes esperaban actualización desde hace quince días, tuve mucho trabajo y no me daba la gana escribir ahre.

***

Regresar al conservatorio luego de haber visitado las ciudades más importantes del mundo gracias a su música era lo que Finn esperaba un par de años atrás, cuando decidió probar suerte con Calpurnia en Vancouver. En cambio, aquella vez regresó con un mal sabor de boca y una relación que pendía de un hilo gracias a una confusión de sentimientos originada por una carta que Millie Brown le escribió, confesándole que siempre estuvo enamorada él en secreto.

Ahora, Finn estaba de vuelta, su sueño de lanzar un disco con su banda se cumplió y Millie Brown era su novia. Había compartido dos años maravillosos a su lado, la amaba como jamás amó a nadie y aunque en su carrera artística estaba conociendo a miles de chicas, ninguna conseguía poner su mundo de cabeza justo como lo hizo la pianista en su relación con Izabela Vidovic.

El guitarrista deseaba que los días se fueran de prisa para estar con Millie otra vez.

Le hubiera gustado atravesar las instalaciones del conservatorio con ella, de la mano, recordando con detalle el inicio de su peculiar historia de amor. Cada fallo, cada impresión, cada sonrisa... Todo aquello que experimentaron fue fundamental para que el destino los llevase a donde pertenecían: En los brazos del otro, siendo felices dedicándose a lo que tanto les apasionaba.

Finn llegó al dormitorio setenta y nueve, tocó la puerta con los nudillos. Pasó tiempo suficiente para saber que no había nadie dentro. Giró el picaporte pero tenía el seguro puesto, de modo que se sentó en el piso con la espalda recargada en la puerta, esperando que uno de sus amigos apareciera pero a esas horas de la tarde, Caleb, Gaten y Noah estaban en clase y Finn apenas lo recordaba. A partir de sexto curso, las sesiones eran vespertinas.

El guitarrista se encontraba terriblemente agotado y no le apetecía ir a un sitio más cómodo arrastrando su pesada maleta. Nadie caminaba por los pasillos de la planta en la que se encontraba, el silencio era absoluto y comenzó a relajarse. Paulatinamente el sueño le venció y no despertó hasta que lo sacudieron.

—Joder Wolfhard, despierta ya. Ayúdame, Gaten. —Escuchó la voz de Caleb a lo lejos pese a tenerlo frente a frente.

Finn Hizo un esfuerzo por recuperar la conciencia y saludar a sus amigos pero únicamente emitió un quejido al mismo tiempo que lo ponían de pie.

Una vez que abrió los ojos y pudo sostenerse por sí solo, se lanzó a los brazos de Caleb y Gaten.

—Los extrañé —balbuceó.

Los cantantes le correspondieron y permanecieron abrazados por un largo tiempo hasta que alguien carraspeó llamando su atención.

Era Joe Keery. Estaba recargado en la pared con los brazos cruzados. Su semblante decía que había esperado bastante para que el guitarrista despertara.

—Tenemos qué hablar, Finn —dijo el productor, apenado por interrumpir el momento con sus amigos.

—Ve, Finnlard. Te esperaremos aquí —Gaten Matarazzo desordenó su cabello azabache y Caleb asintió. En ambos se notaba el orgullo que sentían por el guitarrista y la sonrisa no les cabía en el rostro, estaban felices de verlo.

Finn no tenía ánimos de dejarlos e ir a charlar con Keery, menos aun cuando éste agachó la cabeza y titubeo para decir:

—Finn no regresará. Tiene que volar a Washington.

—No lo creo. Estoy molido, Joe —replicó el susodicho con la voz ronca debido a que sus cuerdas vocales estuvieron en reposo mientras dormía—. Necesito descansar.

Palabras para regalar [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora