En algun lugar del cielo, se encontraba el creador de la existencia, el que movía todos sus hilos dejando bailar a las marionetas, en ese amplio reino vivían guardianes, diligentes seres responsables y cuidadosos inocentes; desconocedores del deseo carnal, del mal humano.
Respondían al llamado de ángeles, adoptando el sexo preferente y entre esas criaturas ave, una destacaba, probablemente era el servidor más manchado por su descendencia, marcado por su genética.
¿Quién habría de pensar que un ángel caído procrearía con una guardiana?
Tal resultado hereje fue esa pizca de luz, que probablemente, la arrastró hacia el mal.
Esa joven híbrida era un ser impuro ante los ojos de los guardianes. Pero ahí seguía, inmaculada, con un vestido blanco, tez clara y unos endemoniados labios rojos, bien es cierto que tenía todo de ambos mundos, pero sus alas eran blancas, nadie discutiría eso; sin haber pecado ella estaba marcada, destinada a la humillación. Sólo necesitaba un pensamiento aberrante y sus antepasados reclamarían su esencia.
Y con ello, su más preciado tesoro, se oscurecería.
Y sin previo aviso, abrió sus alas para volar dejando atrás su pasado.