XI

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Lloró, cada lágrima de su mejilla salía recorriendo su cuello.

¿Que tiene de malo ser feliz?

Protestó hacia el cielo, desgarró su alma a gritos.
Maldito régimen, maldito dios.

Los niños sufrían con ella.

Pero crecieron...

Ya no entendían su dolor.

Ya no lo compartían.
Ya no lloraban.
Ya no lo sentían.

Estaban preparados para cuidarla, protegerla.

Pero se fueron.

Los hijos del hombre decidieron que simplemente no era el tiempo.
Que ya no era su tarea.

No la necesitaban.

Estaba sola.

Denuevo.

Se acostumbró.
Una vez más.

Dolida, volvió a tener ese pequeño hábito de leer, bajo el mismo árbol, cerca del mismo rosal, con la misma brisa.
Bajo la misma circunstancia, el mismo hombre la miraba.

El hombre que tiznó sus alas.

AsfixiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora