XIII

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Rozó.
Su aliento llegaba hasta lo más profundo de su confundido ser.

La inocencia es la falta de conocimiento, es ignorancia.
La curiosidad nuestra traición más grande.
Y el deseo, es el placer infame.
La tentación mortal.

Entonces sintió fuego en todo su cuerpo.

Según él su felicidad era ella, se atrevió a mirarle, el ángel cedió.

Mas de doscientos años pasaron, ella quiso ser humana.

Que más daba.
Ya no era nada.

Sin dudarlo, se entregó al deseo carnal.

AsfixiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora