Rozó.
Su aliento llegaba hasta lo más profundo de su confundido ser.La inocencia es la falta de conocimiento, es ignorancia.
La curiosidad nuestra traición más grande.
Y el deseo, es el placer infame.
La tentación mortal.Entonces sintió fuego en todo su cuerpo.
Según él su felicidad era ella, se atrevió a mirarle, el ángel cedió.
Mas de doscientos años pasaron, ella quiso ser humana.
Que más daba.
Ya no era nada.Sin dudarlo, se entregó al deseo carnal.