VII

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Jardines llenos de las mejores frutas, cantos de hermosas voces, ropas finas y cómodas, era un sueño, todo y más para el hermoso ángel, solo existía una retorcida condición, un beso; se necesitaba un beso dulce, profundo y largo, o mas bien, su saliva, usada para regenerar energía. Siendo la criatura tan casta creaba una enzima, un olor, una hormona que ponía a todos a chispear, embriagados, todos admiraban y alaban al ángel.

Pasaron días, tal vez años, cada amanecer era un beso profundo lleno de vigor, el ángel besaba a la vida como sino hubiera un mañana.
No era por amor, era un compromiso. Se sentía lavada, rejuvenecida, nueva, como si hubiera renacido.
Como sino hubiera pecado.

En todas las albas, ella imaginaba, por un segundo que la existencia de ese joven que le robo un beso solo era una cruel ilusión, que ese recuerdo solo era una fantasiosa difamación.

Ellos crearon un lazo, en donde vida le confiaba su más grande don al ángel.

Un don de redescubrimiento.

A veces mi querida blanca, lo melifluo, lo azucarado, no es lo mismo que lees en libros. Hay veces en que el príncipe no llega, no es el indicado o muere en el intento. Simplemente hay veces, en que tu amado, llega a ser esa bestia sin corazón, llega a ser el llamado dragón. –Vida tocaba melodías con su arpa, cada tarde mecía en sus brazos al fruto prohibido.

AsfixiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora