31.1. Mini Historia: Mi Tetrico Amor

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Mientras soltaba un suspiro, Sally Skellington miraba como Adam Beaumont se alejaba de la enfermería luego de la millonésima vez que lo curaba. El chico le parecía muy noble, pero al igual que su amado esposo, Jack, era un incomprendido. Muy pocos se acercaban a ellos y aún menos personas lograban conocerlos tal cual son. Y sin poder evitarlo, una sonrisa se instaló en su rostro luego de ese pensamiento.

Si, aun recordaba cuando fijó su mirada en aquel chico pálido y solitario del salón.

El chico al que todos llamaban: El rey Calabaza.

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Hace muchísimo Tiempo atrás – High School Disney / Pasillo hacia el Aula 3-D

Una apurada Sally corría en dirección al Club de Diseño y Costura mientras cargaba con varios rollos de telas entre sus brazos, por lo que no tuvo tiempo de detenerse al ver que alguien venia caminando en dirección contraria y el choque fue inminente. El impacto la hizo caer hacia atrás, pero el golpe nunca llegó ya que la otra persona la agarró. Pero cuando los ojos de la pelirroja se encontraron con la otra figura, un sonrojo invadió su rostro. Y es que allí frente a ella se hallaba el objeto de todos sus sueños... Y el modelo de todos sus diseños.

Piel pálida, figura espigada, cabello oscuro, una mirada profunda... Y aquella horrorosa camisa absurdamente grande que ella tanto odiaba y quería cortar en pedacitos.

Si, allí estaba Jack Skellington en toda su impresionante gloria vampírica que tanto la atraía. Sin embargo, el chico tenía un gran defecto, y ese era...

—Los espíritus de los muertos que permanecen en este instituto, conspiraron para que nuestra sangre fuera atraída y obtuviéramos este fatídico destino.

... Su lenguaje era bastante tétrico.

Lo que hacía que nadie quisiera relacionarse con él.

—Gracias —Musitó Sally tratando de contener los nervios y los acelerados latidos de su corazón, mientras veía como él se agachaba a recoger los rollos de telas que luego del choque cayeron al suelo.

—De nada señorita Finkelstein...

—Dime Sally —Comentó ella en tono tierno, haciendo que el chico se sorprendiera, ya que por lo general las personas huían de él o lo llamaban por lo bajo Rey Calabaza, debido a su gusto por todo lo relacionado con Halloween.

—S-Sally —Musitó el chico con temor, casi esperando que ella se arrepintiera de la confianza que le había dado.

—Yo te diré Jack... Bien, ahora que somos algo así como amigos —Comenzó a decir ella al tiempo que lo agarraba del brazo— ¿Que te parecería ser mi modelo?
—¡¿Modelo?!

—¡Sí! Tienes una muy buena altura, y ni que decir de tu figura... ¡Eres el modelo ideal!

Sin saber bien que quería decir esa pelirroja de mirada brillante con eso de que él era el modelo ideal, lo único que tenía claro era que se sentía bien el ser aceptado y necesitado por alguien

—Oh cruel providencia, si eso es lo que realmente me espera en mi oscuro sendero de la vida, con suerte me arriesgaré al profundo abismo de lo desconocido.

Sin entender muy bien que era lo que el chico quiso decir, Sally lo tomó como una afirmación y sin esperar más lo arrastró hasta el Aula del Club de Diseño y costura.

Y así comenzó una entrañable amistad que nadie más entendía...

Desde aquel día, Sally había cambiado por completo la vida de Jack Skellington, y también su guardarropa, si bien el negro y el blanco no habían dejado de ser sus colores favoritos y predilectos (Muy a pesar de que ella intentó llevarlo al bajo mundo de los colores primarios), ahora usaba ropa de su talla y a la medida, la cual lo hacía sentirse cómodo y seguro.

Y los demás también lo notaban...

En especial las chicas, quienes ahora encontraban cautivador esa aura de misterio y oscuridad que parecía rodearlo.

Pero a él, solo le importaba una...

—He estado pensando en un traje entero oscuro, con líneas blancas de aspecto sobrio y muy vanguardista para que uses en el Baile de Primavera... A-Ahora que tienes tantas chicas tras de ti supongo que... que...

Sally se estaba atragantando con sus propias palabras, le dolía ver como Jack ya no era solo visible para sus ojos, y por muy egoísta que eso sonara, ella lo quería solo para sí.

—Oscura princesa de cabellos como la sangre derramada en las catatumbas del averno, deja de gastar tu hálito en vacías frases que no importan.

En aquel punto de su amistad, Sally ya entendía la jerga de Jack, y acababa de decirle que guardara silencio.

—Tu eres el órgano central de mi sistema circulatorio, eres quien hace que mi sangre viaje por todo mi cuerpo, eres los lamentos de mi inframundo, los fantasmas de mi mansión embrujada, la costurera de mi maltrecho espíritu... En pocas palabras eres el miedo que alimenta mis pesadillas.

Para ese momento, la pelirroja estaba en total estado de estupor, con lágrimas derramándose por sus mejillas. Aquellas eran las palabras más dulces que ella había escuchado jamás.

—Oh, Jack...

—Acepta ser mi dulce acompañante para la eternidad por este cruel sendero que llamamos vida.

Sin poder esperar más, ella se lanzó a los brazos de aquel extraño chico que solo ella logró entender, dando origen a un profundo amor que solos ellos dos comprendían...  

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