7. Una charla entre Presidentes

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Aquella mañana Mulan se levantó con más energías de la habitual, y es que había tomado la resolución de que ese mismo día ella lograría entrar al Club de Kendo.

...Costara lo que costara.

—Sabes Mulan —habló Kida, mirando a su amiga con una ceja levantada— Cuando sonríes de esa manera me produces escalofríos.

—No tienes nada que temer, es solo que hoy es el día —Dijo la china sonriendo más ampliamente, mientras volvía a centrar su atención en la tarea de Biología Marina que estaba tratando de terminar a última hora. Además, cuando la misma Bella Villaneuve en persona te prestaba su tarea, tenías que aprovechar esa oportunidad, y eso era lo que Mulan estaba haciendo.

Kida se quedó mirando fijamente a su amiga para luego soltar un suspiro.

—También tengo miedo de escuchar tu magnifico plan, para poder entrar a ese aburrido club —Dijo la de cabellos claros

—¡Ey! ¡El Kendo no es aburrido!

—Como tú digas —añadió Kida con burla al notar la expresión enfurruñada de Mulan— En fin, espero que tengas suerte y logres encestar un punto para tu cancha.

—Sabes Kida, a veces no entiendo cuando hablas con términos de deporte, pero gracias por tus buenos deseos – contestó la pelinegra con una sonrisa temblorosa, porque, vaya que iba a necesitar toda la suerte que pudiera reunir.

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El sonido de los chapoteos era el fondo perfecto para los pensamientos que inundaban a Eric Christian, quien se encontraba sentado al borde de la piscina del club de Natación con la mirada pérdida en el azul del agua.

Aun no podía sacarse de la mente a aquella joven que había descubierto nadando en horas no autorizadas; Y si, él tenía la certeza de que era una chica, aquella sensual figura y aquel cabello rojo como el fuego no dejaban lugar a dudas.

Pero... ¿Quién era ella?

No es que estuviera obsesionado con su identidad, y haya estado mirando psicóticamente a toda pelirroja en el instituto... nada de eso.

Es solo que le daba curiosidad.

Sin embargo lo que más lo ponía a pensar era la razón de que nadara a escondida, cuando sería más fácil unirse al Club de Natación y nadar tanto como quisiese. Porque una cosa si había quedado claro, la chica era una nadadora fabulosa, casi parecía una sirena.

—¿Todavía te perturba tu sirena anónima? —Preguntó una voz grave que hizo al chico de ojos azules salir de su ensoñación. Y sonrió al ver la cara de preocupación de su mejor amigo.

—Shang, yo no diría que la palabra ideal sea perturbar, es solo que me causa...

—Curiosidad —Interrumpió el chico de rasgos chinos con una mirada suspicaz— Si, ya lo sé.

—No me mires así Shang, que lo digo en serio —Soltó Eric tratando de controlar la risa al ver a su amigo. Shang era un chico serio, maduro y bastante confiable. Todo lo contrario a él.

—Entonces pongámonos manos a la obra y busquemos a la chica misteriosa —Propuso el recién llegado con una semi sonrisa — ¿Qué recuerdas de ella?

—Pues, tenía un buen cuerpo, un pequeño bikini de color verde... —Al escuchar aquella descripción Shang roló los ojos y Eric sonrió ante eso – y un cabello rojo como el fuego.

—¿Sabes cuantas pelirrojas hay en el instituto? —Inquirió el chino con una ceja levantada.

—No crees que ya pensé en eso —Contestó Eric, apartando la mirada al recordar como había acechado a algunas pelirrojas.

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