Mientras aquella fiesta alcanzaba su clímax, Claire se debatía una y otra vez si debía de tomar la iniciativa y acercarse a Enrique, el problema era que cada que decidía ir junto a él, siempre llegaba alguien y se le adelantaba. Y ante aquella situación la frustración estaba haciendo mella en su interior. No quería que el dinero de sus ahorros que había gastado en aquel hermoso vestido azul fuera en vano.
En su mente se imaginó que durante aquella fiesta Enrique se acercaría a ella luciendo una encantadora sonrisa y le tendería la mano para pedirle un baile, y danzarían sumidos en una nube de ensueño durante toda la noche. Pero nada de eso había sucedido.
Que ilusa eres Claire...
Se decía internamente, mientras caminaba en dirección al jardín trasero de aquella absurdamente inmensa mansión, sin embargo, después de dar un par de pasos escuchó el peor sonido que una compradora de zapatos de rebajas en una fiesta puede escuchar...
Para ella todo sucedió en cámara lenta: El tacón de uno de sus zapatos torciéndose, su pierna doblándose y ella cayendo estrepitosamente al suelo.
La ola de carcajadas a su alrededor no se hicieron esperar, y mientras los demás reían y la señalaban, ella solo se quedó ahí en el suelo ahogándose en su propia vergüenza.
–¡Que creen que están haciendo! –Soltó una voz ofuscada que disipó los murmullos casi de inmediato. Claire casi sintió una especie de Dejá Vu al descubrir a quien pertenecía, y es que allí frente a ella se hallaba Enrique, quien ostentaba un ceño fruncido. –En vez de estar riéndose como imbéciles, porque no ayudan a la señorita a ponerse de pie. –Soltó con irritación el joven al tiempo que le tendía la mano a Claire, quien con un movimiento vacilante la aceptó.
Ella se sintió volar cuando Enrique la sacó de aquel circulo de burla que se había formado a su alrededor. Simplemente era la gloria. Y con una sonrisa ella contemplaba sus manos entrelazadas, al tiempo que recordaba que anteriormente él ya había actuado como su caballero de Armadura dorada.
Él era su héroe, su caballero... Su verdadero amor.
–Claire – La llamó el pelinegro, haciéndola salir de sus pensamientos y percatándose así que se encontraban en alguna parte del inmenso jardín –Lamento lo que acaba de pasar. Yo...
–Eso solo fue un accidente común –Lo cortó ella.
–Pero si yo no fuera tan indeciso, hubiese estado a tu lado en aquel momento y no habrías caído porque yo te hubiese sostenido fuertemente entre mis brazos.
Aquella declaración provocó una cálida sensación en el interior de la rubia y ella solo sonrió con dulzura.
–Y yo sería la persona más feliz de estar entre tus brazos.
Enrique casi sintió fuegos artificiales en su corazón y sin poder contenerse más la abrazó.
–Oh Claire. Sabes, la única motivación que tuve para venir a esta absurda fiesta fue el conocimiento de que tú vendrías y podría pasar esta velada bailando contigo. –Enrique sonrió al ver como ella se sonrojaba hasta las orejas– Y cuando te vi llegar tan hermosa como un ángel con ese vestido azul, mi mente quedó en blanco y no supe que hacer.
Luego de esas palabras un raro, pero no incomodo, silencio se formó entre ellos.
–Enrique –Le llamó Claire para atraer su atención– Bailemos. Bailemos hasta que esta fiesta llegue a su fin.
Y con una sonrisa él asintió.
–Pero antes... –Musitó mientras se arrodillaba frente a ella y tomaba con delicadeza el pie que aun llevaba el zapato bueno y se lo retiraba, para luego proceder a hacer lo mismo con el otro– Ahora sí, bailemos hasta que nos cansemos, después de todo la magia no desaparecerá a las 12 de la noche.
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High School Disney
Hayran Kurgu« Te damos la bienvenida a esta institución donde intentaremos que todos sus deseos se hagan realidad. Contamos con docentes especializados y clubes de todo interés...bla bla...». Nada de eso interesa, lo más importante entre un grupo de adolescente...