Seokjin observa la lujosa fachada de su casa perfectamente diseñada por su madre. Suspira y resopla unas veces, pensando si en verdad quiere pasar y, aunque sabe que es una tontería porque la respuesta es «no», tiene que hacerlo, solo que se toma su tiempo yendo a paso tortuga. Odia estar en esa casa, a veces ni su propia habitación es un lugar donde refugiarse como lo hace el resto. Es como asfixiarse pero tener que aguantarse porque no te queda otra. Una esclavitud a la que acostumbrarse hasta poder darte cuenta de que puedes vivir por ti mismo e irte, con o sin despedida.
Acaba llegando hasta la puerta principal, donde introduce su llave y la abre, pasando mientras ruega que su madre no esté por los alrededores rondando, pero, lamentablemente, no es así. Le espera de brazos cruzados mientras está sentada en uno de los tantos sillones que tiene en el recibidor.
—¿Llego tarde? —pregunta Jin, totalmente confundido, ya que la mujer frente a él solo está así cuando se retrasa un poco por algún examen o situación varia.
—No, no es eso —se levanta y pasa un brazo por los hombros de su hijo—. Era para comunicarte que me tengo que ir por trabajo fuera del país. Es por tres semanas, así que te quería entregar la lista de lo que quiero que hagas.
—Siempre pone lo mismo en esa lista, mamá —rechista el joven—. ¿Por cuanto tiempo has dicho que te vas?
—Tres semanas.
Jin no s sorprende, está demasiado acostumbrado a las largas ausencias de su madre, las que a veces llega a agradecer, ya que dedica más tiempo a su vida social que a las prácticas obligadas de piano que no le gustan.
Él toca el piano porque le gusta, no para ganar concursos y ya.
Llegan a la cocina, donde su madre recoge un papel puesto sobre la encimera y se lo entrega a Jin. Este, al ver lo mismo de siempre apuntado, finge que lo lee más detalladamente y sonríe falsamente.
—Está bien, es lo que siempre hago —levanta la mano en la que tiene la hoja y la sacude—. Y, ¿cuándo te vas?
La mujer mira su reloj de pulsera y agarra su bolso, que también está en la encimera.
—Ahora mismo —musita y le da un beso en la mejilla al moreno—. Cuídate, te quiero.
Jin no responde, solo se limita a limpiarse los restos de beso con la manga de su sudadera y después, tras haber oído el sonido de la puerta al ser cerrada, arruga la lista con tareas inútiles y la tira a la papelera desde lejos, llegando a encestar por poco. Sube pesadamente las escaleras hasta llegar a su muy espaciosa y decorada habitación, donde se quita la mochila y la deja en la silla frente a su escritorio, el cual está lleno de papeles sobre las clases esparcidos a lo largo de él. Camina con unos cortos pasos hasta estar delante de una de sus paredes, que en realidad es una pizarra, agarra una tiza azul y apunta: COMPRAR REGALO A JIMIN.
Dentro de poco es el cumpleaños del querido rubio, que ha sido su mejor amigo a lo largo de su vida. Con el que ha tenido peleas tontas y grandes aventuras. Jin quiere comprarle algo que verdaderamente llegue a apreciar Jimin, sobre todo ahora que está pasando por una mala racha e igualmente tiene una de sus grandes sonrisas puesta en su cara un día sí y al otro también.
Por otra parte, Jin tiene que apuntar casi de todo en esa pared, ya que no es que tenga muy buena memoria. Suele catalogar las cosas que apunta por columnas: importantes, necesarias y casi nulas.
Claramente, apunta lo de su amigo en la primera.
Cuando deja la tiza de nuevo en su lugar y limpia sus manos sacudiéndolas entre ellas, decide bajar a la cocina para comer algo. Se decanta por dos barritas de chocolate.
ESTÁS LEYENDO
◤Losses◢ [𝖭𝖠𝖬𝖩𝖨𝖭]
Fanfiction♔"¿𝖤𝗑𝗂𝗌𝗍𝖾 𝖽𝖾 𝗏𝖾𝗋𝖽𝖺𝖽 𝖾𝗅 𝖺𝗆𝗈𝗋 𝗈 𝖾𝗌 𝗌𝗈𝗅𝗈 𝗎𝗇𝖺 𝗂𝗅𝗎𝗌𝗂𝗈́𝗇 𝗊𝗎𝖾 𝗇𝗈𝗌 𝗉𝗋𝗈𝗏𝗈𝖼𝖺𝗆𝗈𝗌 𝗇𝗈𝗌𝗈𝗍𝗋𝗈𝗌 𝗆𝗂𝗌𝗆𝗈𝗌 𝖼𝗎𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗇𝖾𝖼𝖾𝗌𝗂𝗍𝖺𝗆𝗈𝗌 𝖺 𝖺𝗅𝗀𝗎𝗂𝖾𝗇?"♔