◤18. Gustar◢

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Narra Jin

La verdad sobre que V cada vez me cae mejor no tiene duda alguna. Estoy muy seguro ahora mismo de quererlo como mi amigo. Amigo tanto de Jimin como mío. Hay seguridad de que ambos se llevarán de maravilla, y más después de que me ayudase con el plateado y su borrachera, quien no está consciente de que tuve ayuda y no lo hice yo solo.

Comienzo a observar cada movimiento de V cuando le veo salir de un almacén del supermercado, con unas etiquetas en sus manos. Me sonríe con esa particular sonrisa suya que últimamente me altera más de lo que me gustaría o de lo que me hubiera pensado. Se coloca frente a mí, detrás del mostrador y empieza a teclear en la caja registradora después de cobrarme un cartón de leche y unas de esas golosinas que tanto me gustan de este lugar.

La leche ha sido por le simple hecho de que pueda ganar más. Todo sea por la contribución a él.

Me dice el precio y se lo entrego gustosamente, dándome el privilegio de rozar mis dedos con los suyos por "accidente".

—Me alegra que hayas venido. Suelo aburrirme aquí —me mira y se sienta en el taburete que tiene para descansar—. Casi nadie viene por aquí tanto como lo has hecho tú estos días.

—No tengo mucho que hacer, la verdad —miento un poco, porque en verdad debería de estar practicando piano para recuperar las veces que no lo he podido hacer.

Lo más seguro es que reciba una llamada de mi madre en poco tiempo, ya que le queda una semana para regresar y siempre ha sido así. Mi pulso se altera si comienzo a replantearme la idea de que sepa la mínima cosa sobre las locuras que atacan a mi vida repentinamente. Que se entere de que casi ni he practicado las partituras que me dio para la próxima audición, según ella, la más importante. Y es así. Van a venir unos profesores de una escuela fuera del país para vernos actuar, y si gustamos, ofrecernos una beca. Ya veo que la pierdo por lo poco transmisoras que son las canciones elegidas por mi madre.

Tendré que esperar al próximo año, y con suerte.

—Te invitaría a lo que has comprado, pero mi jefe me tendría en la mira incluso diciéndole que eres conocido mío —apoya las manos en el metal, y yo hago lo mismo, para acercarme un poco a su cuerpo.

—¿Y no se molestará si te ve hablando en el horario del trabajo? —mi ceño se frunce, completamente confundido ante mi propia pregunta.

—No, con tal de que ningún cliente me engañe y les cobre, todo va genial —se encoje de hombros y yo acabo riendo.

Si miro a mi alrededor, los pasillos están vacíos, y por las puertas de cristal de la tienda, consigo vislumbrar unas cuantas personas caminando relajadamente, sumergidas en su propio mundo, ajenos al resto.

Ojalá pudiera estar yo así.

—Eh, chocolatito —ante mi nuevo apodo, me giro a mirarle—. ¿Por qué esa cara de repente?

—Ah, nada —niego con la cabeza, pero sé que mi semblante está triste de todas formas—. Es que tengo que practicar aún con el piano para una audición en sí. Simple estrés porque lo he dejado para últimas —y es verdad, pero esa no es del todo la razón.

—Vaya, no sabía que tocabas el piano —saca un envoltorio del bolsillo del pantalón, dejando comprobar que es un chicle. Me ofrece uno a mí, pero lo rechazo moviendo mis manos en modo de negación—. No me cuentas nada sobre ti, chocolatito. No me gusta —pone una mueca de enfado falso adorable, alterando los latidos de mi corazón, que no paran de aumentar al igual que una ligera presión en mi estómago.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2018 ⏰

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